lunes, 16 de julio de 2007

Crónicas de unas vacaciones caseras: La noche

...pero las noches de verano son maravillosas. Uno recuerda que en su barrio eran noches interminables y cálidas; que nuestros mayores sacaban sillas y mesas a la puerta y pasaban la velada a la fresquita, charlando y soltando risotadas, sin ver la tele –entre otras cosas porque no había-, mientras los chiquillos corríamos y hasta teníamos la venia paratocar a las niñas furtivamente siempre y cuando fuera en mitad del juego... o, a veces, una tía, o una abuela nos contaban maravillosas historias que eran capaces de mantenernos sentados en corro durante un buen rato. ¡Que bien las contaban porque aún perduran las imágenes como si las hubiéramos vivido!

Las salamanquesas comían mosquitos en las paredes encaladas, cerca de las pocas farolas que iluminaban el barrio... y, a pesar de los estercoleros que había en cada huerto familiar, las noches de verano en mi barrio olían a flores.


(Parecerá una tontería, chorrada, cursilada, chiquillada, etc., pero me he emocionado un poquillo... es que mi barrio es una cosa muy curiosa y la noche está muy tierna...)

FALTA FOTO

Escribo estas palabras en el jardín, lejos de mi barrio, en una madrugada de verano...

Hoy también es una noche de verano, pero cuarenta años después. No hay niños corriendo en mi calle –muchas noches los hay, pero hoy no-. Hoy podría ser yo el mayor que contara historias... pero me parece que la historia no puede repetirse. Lo que sirvió una vez, sólo sirvió en ese momento... y hoy el encanto de esta madrugada de verano es el silencio y la sensación de estar compartiendo este tiempo con muchos de aquellos niños.



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