miércoles, 27 de junio de 2007

Los obispos y las moscas cojoneras

Antonio Cañizares, vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española, sigue con su Cruzada y amenaza ahora a los colegios religiosos diciendo que los que impartan en sus aulas la nueva asignatura Educación para la Ciudadanía (llamémosla EpC), estaráncolaborando con el mal. ¡Por la gloria de mi madre, ni las moscas cojoneras molestan tanto!

FALTA FOTO
Par de obispos españoles en manifa callejera ex-púlpito

Pero algo me sorprende en esta amenaza porque, al fin y al cabo, Educación para la Ciudadanía va a enseñar valores amparados por la Constitución. Entre otros motivos porque el Estado no puede ni debe enseñar otra cosa. Y los valores de la Constitución están embutidos, a su vez, en el marco más amplio de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. En consecuencia, para el sujeto Cañizares difundir los Derechos Humanos es colaborar con el mal…

…o sea, alguna persona de bien debería avisar al emperador Bush para que añada la EpC a su famoso Eje del Mal, y se dedique a quemar los libros que se vayan imprimiendo... (no des ideas, capullo)

Para mayor gloria de Cañizares, estos derechos humanos representan el bagaje ético mínimo que los hombres del planeta aspiran a tener en común. O sea, dicho de otro modo, la Declaración Universal de los Derechos Humanos es el germen de la moral civil, es el mínimo común denominador para explicar qué está bien y qué está mal, es una aspiración para desarrollar una ética laica propia del el género humano, y en ella es donde debemos caber todos.

Luego pueden venir todos los fantasmas que quieran (católicos, judíos, islamistas, koptos, fakires, hinduistas, chamanes, charlatanes, budistas, zoroastristas, etc., etc., etc.) a rebajar las cuotas de convivencia y civilización que sirva para justificar sus guerras santas, sus cruzadas, y sus orgías de sangre mística. Seamos realistas: lo primordial es la ética laica, lo demás, los añadidos confesionales, contaminan el substrato común de los hombres para enfrentar a unos contra otros por ideas indemostrables… ¡eso no puede ser aceptable!

Cañizares y sus adláteres están enfadados porque quieren que se siga enseñando la moral católica en todos los colegios españoles —¡como ha sido toda la vida, por Dios!—. Pero el estado no puede amparar bajo ningún concepto la difusión de una moral católica, porque ampararla supone darle credibilidad frente a otras, y el Estado no está para decidir que confesión religiosa es más cierta. ¡Hasta ahí podíamos llegar!

Derogación de los acuerdos con el Vaticano, YA



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