Hay veces que unas pocas palabras dichas en voz baja, musitadas mientras uno mira el suelo, hacen el efecto de un fervoroso discurso. Mi amiga Loli, la que llamábamos La Niña del Parque Móvil hace cuarenta años en Villajovita, el pequeño barrio de Ceuta, lo explicó no hace mucho en el foro de los Niños de Villajovita. Decía Loli:
Como os dije, he estado en Madrid unos días. He pasado unas cuantas horas en la T4. ¡Cuánta gente pasa por allí! Y me dediqué a observar lo que veía. Y he visto familias, muchas familias: matrimonios mixtos, padres blancos con hijos negros; matrimonio negros con hijos chinos; madres solteras orgullosas de su maternidad; padres recientes porque han adoptado a los hijos de sus parejas, separados y separadas orgullosos de su doble papel; hijos adoptivos, acogidos, bebés y jovencitos, (como nuestra Anastasia)...
Y me he dado cuenta de que es ahora cuando la palabra familia adquiere todo su significado. En contra de lo que los demasiado conservadores, los demasiado religiosos, o los que tienen demasiadas ganas de incordiar piensen. Ahora, cualquiera puede tener o formar una familia y sentirlo en su cuerpo y en su mente aunque no coincida el ADN. Es la vida real. Y me gusta. Me gusta mucho. Besitos, foreros. (Loli, la Niña del Parque Móvil)...otras veces, esas palabras musitadas mientras uno mira el suelo, son auténticas bofetadas a los intransigentes. Gracias, Loli.
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