jueves, 7 de junio de 2007

Exportar la barbarie

De acuerdo, las fronteras son inventos y cualquier intento de explicarlas adolece de justificación razonable. Es más, los astronautas nos tienen dicho que desde la órbita terrestre no se ven fronteras, que todos los hombres pertenecemos al mismo planeta. Incluso, cuando viajamos atravesando las tierras no se perciben los límites… a no ser que los hombres se empeñen en levantar alambradas o muros con la intención de que sean barreras físicas infranqueables. Pero en eso se equivocan, nos equivocamos… cualquier frontera es permeable, el agua se filtra a través de los dedos entrelazados por más que apretemos. Es una simple cuestión de hambre.

Niña con velo islámico en la escuela

Por mucho que el mundo sea como es, sigue siendo una indecencia que coexistan mundos tan ricos y tan pobres, y es una indecencia que los ricos cierren las fronteras a los pobres para preservar sus privilegios, cuando sólo las migajas del primer mundo podrían aliviar las carencias del tercero… por no hablar ya de buscar una pizca de humanidad al sistema capitalista que nos gobierna con saña.

Sin embargo, en la modesta opinión de este homo sapiens venido a menos, sí existe una justificación para mantener las fronteras como límites impermeables…

…hace dos días un hombre mauritano de 40 años, que había comprado a una niña de 14 años para hacerla su esposa, la violó porque era suya (AQUÍ la noticia) Y no lo hizo en Mauritania, donde el hecho ni existiría, lo hizo en Puerto Real, una bonita ciudad del sur de España, donde la violación de una menor es un doble delito. Además de la violación, los padres de la niña colaboraron en los hechos consintiendo en la compra, en la boda y en la consumación del matrimonio… y lo hicieron, no por maldad o por un afán de ganar dinero a costa de la hija, lo hicieron porque eso es lo que se hace tradicionalmente en su país. El problema es que la niña lleva 12 de sus 14 años conviviendo en España, donde estos actos no se conciben. Y, en consecuencia, ha denunciado a su marido por violación.

No es el primer caso donde las costumbres de un lugar chocan con las de otro. No es la primera vez que en este blog se plantea la disyuntiva del respeto a la diversidad cultural frente a la pretendida superioridad de una cultura sobre otra. Y, la verdad, sin entrar en juzgar qué costumbre es más civilizada, lo que exijo es respeto a las leyes de mi país… que nos ha costado mucho sufrimiento superar costumbres muy parecidas. Y no están los tiempos para exportar barbarie, que aquí ya tenemos suficiente.



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