martes, 27 de marzo de 2007

Violencia parlamentaria

Acabo de ver la agresión a un miembro del Foro de Ermua. Un vociferante sujeto, sea seguidor del PNV o un valiente abertzale, le ha propinado una coz en los testículos... creerá el pobre diablo que así va a tener más razón o que lo va a convencer de algo. (AQUÍ la noticia)

FALTA FOTO
Foto tomada de 20minutos.es

Pero no es la primera vez, hace ya algunos meses agredieron al ministro Bono con el palo de una pancarta en una manifestación de víctimas del terrorismo (¡una manifa que él apoyaba!), pero la sola presencia ya era insoportable para cierta gentuza que considera oportuno agredir físicamente para autoafirmar sus razones. Y seguro que existen más agresiones callejeras de uno u otro sesgo...

Ya era deprimente oír los insultos que dedican al presidente del gobierno español en las manifestaciones callejeras... pero pasar a las manos produce una enorme vergüenza ajena. Porque una cosa es que no guste la política que practica el gobierno y otra cosa es despreciar la dignidad que merece el presidente de España... una cosa es mostrar la discrepancia política y otra, bien distinta insultar desde posiciones indstitucionales. Y estamos llegando a un punto en que el insulto al presidente del gobierno ya no sorprende. Y eso es muy malo porque los insultos, las descalificaciones y la falta de respeto se organizan y se escenifican, en primera instancia, en los escaños de la derecha, en el Congreso de los Diputados y en el Senado. Y me parece que eso es muy malo porque al final el ejemplo se emula en la calle... y en la calle siempre hay energúmenos que pasan a la acción. Eso es sembrar vientos… y ojalá no tengamos que recoger tempestades.

Y cada día vemos cómo algún preboste del Partido Popular añade un saltito cuantitativo en la crispación ambiental. Es decir, la cúpula del PP y sus medios de comunicación afines, son los que se están encargando de convencer a media España de que nada funciona correctamente: que la justicia es el trasunto de unos vendidos al poder ejecutivo; que el gobierno del país está en manos de un cobarde payaso; y que el parlamento está okupadopor unos advenedizos que se aprovecharon de los atentados de Atocha. Machaconamente, mensaje a mensaje, idea a idea, repetido hasta la saciedad, se convierte en una verdad inapelable sobre la que construir una realidad catastrófica de la que se sale únicamente votando a la derecha… discurso que en manos de los energúmenos de la calle, más temprano que tarde, provoca agresiones físicas. Lo estamos viendo.

No queda nada de la exquisita elegancia parlamentaria que vimos en la Transición Política. No debimos perderla nunca. Se puede y se debe discrepar por sistema de la política del gobierno, pero debería hacerse manteniendo una liturgia de exquisita cortesía porque eso no está reñido con la firme oposición a las ideas. La política de mejor talante que propició Zapatero no era una broma, pero ha sido barrida con sorna y transformada drásticamente en todo lo contrario…



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