domingo, 11 de marzo de 2007

Tras la manifa (2)

En un gesto de osadía (lo mismo estoy descubriendo mi vena masoquista a estas alturas de la vida... bueno, nunca es tarde) estuve oyendo la COPE a ratitos, que estaban retransmitiendo la manifa con profusión de medios... y pillé un comentario de los iluminados que hablan en emisora de la curas, que, sobre la concurrencia a la cívica manifa, decían que Castilla conquistó America cuando sólo la habitaban cinco millones de individuos (todos ellos temerosos de Dios... yo diria que acojonaos con la Inquisición); y se preguntaba Losantos, completamente en serio, ¿qué no habrían hecho los Reyes Católicos con el potencial humano que allí estaba reunido?

...lo dicho, de vez en cuando hay que oir la COPE. ¿Qué? ¿Que no?

Cuando terminó la manifa y comenzaron los programas de futbol en la radio, saqué a pasear a Trufo, mi perro. Me llevó -y me dejñe llevar- hacia el pipí-can (una zona ajardinada para ellos) La tarde estaba preciosa, pura primavera en Marzo. Al pasar por la plaza de Neptuno, un grupo de niñas intentaban patinar y se caían. Un padre jugaba a la pelota con su hijo. Una señora echaba de comer a los gatos que viven salvajes en una zona ajardinada. Hay numerosos gatos allí. Me senté en un banco para ver toda la operación, y cuando se marchó me acerqué con Trufo... más que nada para que se le subiera el ego del animal, que tambien necesita de autoestima. Y esta vez le funcionó: al segundo ladrido todos los gatos salieron a escape. ¡Menos mal porque a veces, uno de los más resabiados le resiste el embite y entonces mi Trufo se retira con el ego por los suelos! Luego, en el pipí-can saludé a la dueña de un perro grandote y viejo, enemigo mortal de Trufo... pero ella no tiene la culpa.

...sin duda, tenemos arreglo. Sacar a Trufo fue un fantástico reencuentro con la cordura y con la realidad. Sin duda.



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