viernes, 23 de marzo de 2007

Mi mujer es mía

El tío entró en la sede de mujeres maltratadas, tiró estanterías, dispersó papeles y lo dejó todo hecho una pocilga. Luego ilustró la pared con una memorable pintada que decía: “Mi mujer es mía” (AQUÍ la noticia) Yo creo que se quedó con las ganas de seguir escribiendo:“…y hago con ella lo que me da la real gana” Pero era frase demasiado larga para su capacidad intelectual, el pobre. El tío en cuestión debe ser un machista de la peor calaña y un maltratador.

Falta foto

Y seguramente, como todos nosotros, hombres y mujeres de España, ha mamado el machismo cotidiano y normal que existía en todas las zonas sociales de España hasta hace bien poco. Seguramente muy pocos han escapado a ese machismo cultural y consustancial con la forma de vivir. Era, además un machismo incontestado porque para contestar algo es imprescindible percibir el problema por contraste… ya sabemos, uno percibe la luz cuando llega la oscuridad o apreciamos la alegría porque hay momentos tristes, etc., etc., pues eso…

…y el contraste necesario para percibir el machismo tradicional no vino a España (entre otras circunstancias) hasta que las fronteras se abrieron para dejar pasar el aire nuevo de las danesas que se bañaban en bikini en Torremolinos… a estas estupendas vikingas (¡madre mía, cuánto les debemos!) se las veía frescas y libres, y nadie les decía cómo tenían que bañarse. ¡Asombroso!

La mayoría de los que tenemos cierta edad (ya sé que no son todos), hombres y mujeres, hemos disfrutado de una madre tan machista como el padre, no tuvieron otra opción. Una madre que impedía al hijo hacer su cama porque era tarea de la hija. Una madre que dejaba al hijo jugando mientras la hija ponía la mesa, y la quitaba y fregaba los platos… Y nadie se preocupaba de enseñar al hijo a freír un huevo, ni coser un botón, porque eran tareas de la hija o de la propia madre…

Esta situación era así en la mayoría de las casas, y lo cómodo y más fácil para los chicos habría sido continuar con esta vida tan apañada y tan egoísta. Pero la mayoría, hombres y mujeres (ya sé que no todos), hemos aprendido con un ejercicio de razonamiento muy básico, muy facilito e incontestable: hombres y mujeres somos seres humanos de la misma especie y, por tanto, sujetos de los mismos derechos y deberes. Y el que no se decidía a razonarlo per se, venía la compañera de turno para hacernos entrar en razón.

…pero claro, viendo a sujetos como el de la pintada, está claro que no todos los seres humanos son capaces de hacer ese pequeño ejercicio de razonamiento. Los hay tan imbéciles que llegan a ser criminales.



No hay comentarios: