miércoles, 28 de marzo de 2007

El infierno existe y es eterno

Por si a alguien se le había olvidado, el Papa Ratzinger nos recuerda que el infierno existe y es eterno. Esa es la promesa del catolicismo: una eternidad de sufrimientos infligidos con alevosía… si no somos buenos y obedientes.

¿Que qué es la eternidad? Se preguntaba a sí mismo el cura que dirigía los ejercicios espirituales en aquellas Semanas de Pasión de los años 60. Y para ilustrar la idea nos contaban una historia que decía más o menos así:

“Imaginad una bola de acero del tamaño del planeta Tierra, y que una mosca se posa encima de ella cada millón de años. Pues bien, hijos míos, cuando la bola se haya desgastado totalmente por el roce de las patitas... ¿verdad? ¡La eternidad todavía no habrá comenzado!”.

Y mientras tanto venga sufrir y sufrir tormentos de fuego. Sin embargo, explicaban, el verdadero tormento era no poder ver a Dios. Pero, la verdad, por mucho que dijeran los curas, para mi que lo del fuego era lo peor de todo. Servidor quedaba acojonaito perdío.

Y ahora el Papa insiste en asustarnos. ¿Por qué? Seguramente porque no quiere renunciar a la coacción suprema. El catolicismo asume la propiedad de las llaves de la condenación eterna, es decir, en manos de la Iglesia queda la valiosa capacidad para salvar o condenar eternamente a través de la confesión y el perdón. Para los creyentes en el Dios católico no existe una coacción mayor. Eso significa que la Iglesia quiere mantener en sus manos un inmenso poder sobre los hombres.

La Iglesia, como cualquier cuerpo vivo, necesita autoperpetuarse y para eso necesita ejercer el poder, entendido como la capacidad para modificar la conducta de las personas… y las modifica bajo la coacción del castigo eterno. Parece que no haya pasado el tiempo, y que sigan instalados en el Antiguo Testamento… y me importaría un bledo si estos sujetos no intentasen influir en la legislación de España.

Eso es lo que les reprocho, que intenten hacer política sin pasar por las urnas.



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