viernes, 23 de septiembre de 2016

Historias en diferido: Río Paracti

Sobre las peripecias de Alex y Yoli, cooperantes en la Comunidad Inti Wara Yassi, selva amazónica de Cochabamba.

Episodios anteriores: 1 – De Viru-Viru a Campo Machía / 2 - La imprudencia de Luisito / 3 – Yoli Potter / 4 – Cebo humano / 5 – Hércules, Cremosito y el carachupa.

La cuenca del río Paracti es apenas un pequeño capilar que drena la selva boliviana. Sus aguas, después de un viaje por los ríos Espíritu Santo, Chapare y Mamoré, acaban en el norte, en el gran Amazonas, esa vena abierta en el corazón de América Latina.

El Paracti es un típico río de montaña, con pendientes fuertes en su origen. Durante la temporada de lluvias recoge crecidas torrenciales que arrastran bloques de piedra de más de un metro de diámetro… sin embargo ayer estaba así de amansado, encajonado en su estrecho valle. Servía para que Alex y Kevin pasearan a Balú por el cauce. A un lado Villa Tunari, al otro Parque Machía y la selva montuosa de Isiboro Secure. Y mientras ellos tres caminaban por el lecho, Yoli les fotografía desde el Puente de la Muerte.

Le dicen así, Puente de la Muerte, porque no tiene aceras ni arcenes, y los camiones lo atraviesan a toda velocidad, sin atender la presencia de humanos. Atravesarlo para llegar a la aldeíta es una ruleta rusa. Así que Alex y Yoli han optado por utilizar una especie de moto-taxi para ir de un lado a otro… el problema es que (¡yo no sé cómo lo hacen!) para aprovechar el porte, se suben cinco humanos en la moto. ¡No se sabe qué es más peligroso, si atravesar caminando el puente o mantener el equilibrio en la máquina!

La amazonía boliviana tiene una naturaleza exuberante. Es uno de sus potenciales económicos… pero, de momento, es de los países más pobres del continente a pesar de haber sido el centro de la economía colonial. El Cerro Rico de Potosí —una montaña de plata situada a 570 km al sur de Parque Machía— nutrió de capitales a toda Europa durante los siglos XVI y XVII. Pero nada quedó para los autóctonos, ni las migajas de la inconmensurable riqueza que sacaron de la tierra. Ni siquiera para España quedó plata, la pobre y estúpida metrópolis que exterminó a millones de indios en las minas para que el capital acabara en manos holandesas, alemanas, británicas y francesas… Que utilizaron la plata boliviana para desarrollar una economía nacional diversa sostenible y sirvió de base para la explosión industrial que vino más tarde. Exactamente lo contrario que hicieron los españoles en las colonias y en la metrópolis, que dilapidaron la riqueza de América Latina en las guerras personales del rey de turno, en palacios desproporcionados, en banquetes de indecencia, en la exhibición de lujos efímeros y, por supuesto en conventos e iglesias para mayor gloria de Dios y sus fieles clérigos (la ciudad de Potosí tuvo treinta y cinco iglesias en su momento álgido). Pero ni un sólo gramo de la plata arrancada se utilizó para poner las bases de una economía local, productiva y sostenible para el futuro. Pobre España, pero sobre todo, pobre América Latina que pasó de tener setenta millones de indígenas cuando los conquistadores aparecieron en sus costas, a solo tres millones y medio en siglo y medio de rapiña colonial (1). Y ahí sigue Bolivia (y Potosí como su mejor ejemplo), anclada en una profunda pobreza impuesta por los conquistadores y sometida hoy a los poderes del Norte que siempre impiden su liberación. Y a cada intento revolucionario es aplastada y tachada de extravagante, comunista o bolivariana, da igual el calificativo. Siempre son aplastados sus derechos al bienestar y a la dignidad por el amo del norte, por dictadores a sueldo del amo del norte o por los capitales depredadores del amo del norte. Siempre.

El Velo de la Novia, amazonía boliviana. Foto de Yoli LB.

Por eso ¿qué tiene hoy Bolivia? Además de la exportación de gas y metales (lo que dejaron los depredadores) es uno de los países con mayor biodiversidad del mundo. Desarrollarla es uno de sus potenciales económicos. Cerca de un pueblecito llamado Cristalmayu hay un salto de agua de más de 200 metros de caída que casi nadie conoce. El Velo de la Novia le dicen…

…en el taxi entraron viajeros hasta que se colmó. Catorce personas cupieron en el vehículo con capacidad teórica para cinco. Dicen Alex y Yoli que ellos ocuparon el asiento del copiloto, y que había gente hasta en el maletero (en España hacíamos esto hace cuarenta años y nadie se extrañaba)… se ve que en la actual Bolivia lo de la seguridad vial es una extravagancia europea.


Alex en las cercanías de Cristalmayu, esperando que alguien les recoja en la carretera…
Foto de Yoli LB.


Luego, después de caminar hasta la cascada, verla, oírla y respirarla. Después de sentir el poder de lo natural, uno se sienta en la carretera a esperar. Algún coche pasará y tal vez te recoja.

No hay prisa. La prisa es un invento de otro mundo…


(1) Tomado de Las venas abiertas de América Latina. Eduardo Galeano. Ediciones Siglo XXI. 1971


4 comentarios:

yolanda dijo...

Como siempre, un placer leerte

yolanda dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Miguel Ángel López Moreno dijo...

Y un privilegio tenerte de lectora, consuegri.

Miguel Ángel López Moreno dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.