martes, 24 de noviembre de 2015

Yhavé, Cristo y Alláh son un problema

Lo más probable es que los dioses no existan. Es lo más probable. Muchos dioses ya están tan superados que hoy resultan una curiosidad antropológica: los del Olimpo, los del Panteón romano, los mesopotámicos, mesoamericanos, egipcios, los germánicos, etc., todos estos están amortizados. Nunca dieron un ruido; sirvieron en su momento con más o menos crueldad o empatía y nadie se peleaba por culpa de ellos. El problema surge con Yhavé, Cristo y Alláh. Estos tres campeones son el problema… —de todos modos, para ser justos, dejaremos aparte a Yhavé, que siempre se ha conformado con ser el único dios del pueblo elegido, sin más aspiraciones propagandistas—. Pero su primera derivada (Jesucristo) y su segunda derivada (Alláh), sí son un problema endiablado porque sus fieles se empeñan en que sean los dioses de todo el mundo, quiera la gente o no quiera.

Lo más probable es que las religiones no sean malas per se. Siempre hay creyentes de buena fe en todos lados. El problema surge cuando un listo la extrae de un contexto íntimo y la utiliza públicamente para justificar lo que le place a él… Es entonces cuando una mesnada de ignorantes le hace caso y le sigue.

Listos siempre hay, e ignorantes ya se encargará el listo de mantenerlos así. Pasó con el cristianismo desde que se alzó con el poder terrenal en las postrimerías del imperio romano, pero, afortunadamente en occidente lo pasamos por el filtro de un siglo de luces y razón, y por una revolución francesa… es lo que les falta hoy a los islamistas, que deberían pasar —vuelta y vuelta— por un siglo de razonabilidad.

Los actos terroristas de París nos demuestra otra vez que las religiones son una excusa peligrosa en malas manos. Y que malas manos siempre las hay… máxime cuando el imperialismo occidental les ha dado a los islamistas grandes argumentos para crear estos monstruos. En esta época les toca a los islamistas ser los exterminadores visibles, como antaño lo fuimos los cristianos… que masacramos con verdadero placer —y justificación celestial— a brujas, judíos, infieles y herejes con tal de conquistar los mundos terrenales. Exactamente lo mismo que hoy hacen los yihadistas, sabiamente dirigidos por los listos de turno… claro.

La bestialidad de estos asesinos llama a la racionalidad del resto. Es decir, racionalmente sabemos que no todos los musulmanes son yihadistas. Pero, en todo lo que está pasando, echo en falta el siguiente paso que sería un salto verdaderamente razonable: la laicidad del mundo. Falta laicidad en el mundo. Falta separar radicalmente la sociedad civil de la religiosa. Falta interpretar la realidad sin el concurso de dioses que premian la docilidad y castigan la rebeldía… y falta poner en evidencia a los poderes que generan y manipulan a los crédulos, sean yihadistas o cruzados, buenos musulmanes o buenos cristianos.

Estos días he visto y oído la soflama de un alfaquí muy  listo interpretando el Corán. Decía a los oyentes (todos hombres, por supuesto) que las mujeres musulmanas SÍ podían depilarse el entrecejo, pero nunca las cejas para dejarlas finitas. No sé… pero si los dioses existieran no deberían preocuparse del entrecejo de las mujeres musulmanas, ni de la anchura de sus cejas… y si se preocupa por esas cosas es que es un dios misógino y muy malamente diseñado, como el Yhavé del Antiguo Testamento. Habría que reinventarlo de otra manera. Hay cosas y opiniones que no son respetables, vengan de donde vengan.
Lápida en el Oratorio del Pópulo, Cádiz

Pero no hay que irse a lodazales ajenos. Servidor, educado en plena vorágine nacionalcatólica española por los listos de turno, ha creído fielmente cosas que hoy resultan desternillantes, he creído a pies juntillas tonterías a cual más indecente y criminal… más estúpidas incluso que las dimensiones adecuadas para el entrecejo de las hermanas musulmanas.

El mismo día que escuché al experto en entrecejos islámicos, visité el Oratorio de la Virgen del Pópulo, en Cádiz, y pude leer una lápida que explicaba que el papa Benedicto XIV había entregado una bula (1755) por la que por cada misa que se celebraba en tal capilla «…se saca un alma del purgatorio todos los lunes y viernes…» y que luego vino otro papa, Pío VI (1795), con otra bula para completar la semana «…en cada misa se saca un alma del purgatorio todos los domingos, martes, miércoles, jueves y sábados…»

Juro por Dios que esto no es un chiste... Es real.

Si los dioses no existen, que es lo más probable, no sé cuál de los dos insultos a la decencia del ser humano es más grave, el del entrecejo depilado de las musulmanas o este truco para sacar almas del purgatorio.

Sí… además de castigar a los criminales y cortar los cauces de financiación del Estado Islámico, aquí, en nuestra casa, deberíamos dar pasos hacia una sociedad más razonable. Sobran comportamientos a-racionales y también falta laicidad en este mundo. 

1 comentario:

Alejandro dijo...

Milán, ya lo decía Karl Marx: "La religión es el opio del pueblo", y ya sabemos de las intenciones de los vendedores de opio.