sábado, 2 de agosto de 2014

La religión es un arma pavorosa en malas manos

Los mormones están construyendo una iglesia en la esquina de mi casa. Creo que es una de las poquísimas construcciones que siguen vivas hoy día en la Isla de León. Se ve que los bancos se fían de su honestidad y de sus trece reglas. Son raros los mormones, piensan que su Dios reveló cosas a un señor llamado José Smith, nacido en el estado de Nueva York. Igual de raros son los judíos, que piensan lo mismo pero con Abraham, Moisés y Jacob. Por su lado, los cristianos católicos piensan que el mismísimo Dios se encarnó en carne humana para explicar sus cosas, pero más tarde vino Saulo de Tarso para matizarlas como un experto en marketing de masas. Luego tenemos a los musulmanes, que están convencidos de que su Dios se buscó a Mahoma, analfabeto él, para hacerlo su único profeta y explicar por su boca que no hay vida decente fuera de la religión del profeta.
Por Dios! Qué manía tienen los dioses en iluminar a un solo hombre… Como sí los demás no fuéramos merecedores de oír su palabra directa y quedásemos reducidos a la condición de rebaño, disminuidos a simples oídos para recibir la palabra autorizada de un iluminado que oye voces y ve lucecitas de colores... O, en el peor de los casos, quedamos reducidos a obedecer lo que una casta de clérigos nos cuentan de aquellas voces que dicen que oyó el iluminado de turno. Me parece que muchos de nosotros, los crédulos, somos bastante imbéciles…
Somos tan imbéciles los hombres —y nos hemos dejado convencer por tantos parámetros religiosos— que hoy día, cada uno de los niños de Gaza, despanzurrados por la metralla israelí, tiene la etiqueta de un pequeño musulmán que lleva siglos en esa tierra, asesinado por un cruel judío sionista que cree, el pobre imbécil, que tiene derecho a esa tierra porque se la prometió su Dios… Aunque el pobre imbécil sionista haya nacido en Buenos Aires, de padre canadiense y madre medio australiana. Y, lo que es peor, muchos de los que viven allí creen que la condición de judío y musulmán sirve para explicar y justificar una gilipollez y la contraria…
…y nadie (nadie de dimensión mundial y con autoridad moral reconocida… aunque ya sé que eso no existe) es capaz de decir en voz alta que las creencias religiosas son un pesado lastre para la razonabilidad de los hombres; que las religiones ya no pueden ser la única guía para ningún comportamiento ético; que existe una ética y una moralidad, al margen de las religiones, que es común y aceptable por todos los hombres; que las religiones son el germen de la peor intolerancia; que el hecho religioso es superable y debe ser superado; que mientras se supera, que cada uno haga sus aquelarres místicos en la sinagoga, iglesia o mezquita… Y que no molesten al personal de la calle de al lado.
Gaza, julio de 2014. Futuro terrorista de Hamás abatido por las fuerzas de Defensa Israelíes
en su sagrado derecho a defenderse.
Pues no sé… puestos a soñar —en lugar de rememorar las pesadillas de niños asesinados en la ratonera de Gaza— si al judío sionista le quitásemos tal condición y su locura, y al musulmán yihadista lo despojáramos de su neurosis religiosa (no se pierda las explicaciones de un granjero sionista para quitar la tierra a unos granjeros palestinos)… apenas les quedarían excusas para matarse. Puede que se inventaran otras, no digo yo que no sean capaces, pero ya habríamos superado un buen obstáculo. La religión es una herramienta pavorosa en malas manos, sobre todo para manipular a pueblos incultos en beneficio de intereses aviesos. Y, la verdad, últimamente no se ven buenas manos por ningún lado, sólo corazones renegridos por la codicia…
¡Que tendrá la tierra de los palestinos que cuesta tanta sangre!

No hay comentarios: