miércoles, 2 de octubre de 2013

No es un parque romántico

El Parque del Oeste es un parque estrecho que discurre entre dos carreteras. Lo tapiza un buen número de acacias que cuando llega la primavera lo cierra hasta convertirlo en un túnel; luego, cerca ya del verano, deja una alfombra de flores amarillas que da gusto pisar. Al atardecer, las acacias tamizan los rayos decadentes y deja sombras alargadas. Las raíces tienen mucha vitalidad y se abren camino, y afloran, a través del asfalto... La vida siempre se abre camino, y el asfalto —aunque parezca pétreo— a menudo franquea el paso de cualquier brote verde.

La gente camina muy deprisa por el Parque del Oeste... Desfilan presurosas y sudorosas quemando calorías. No se ven paseantes cogidos de la mano, ni ‘deambulantes’ mirando las musarañas, ni cómplices sisando una mirada furtiva, ni amantes en mitad de un beso. Este es un parque poco romántico, solo se utiliza para quemar colesterol y por las noches ni siquiera en los rincones oscuros se arrullan los amantes... Pero es bonito al atardecer, y tiene vida.
Alguien ha construido una pequeña pista de escalada bajo los pilares de la autovía, sobre el hormigón, y unos jóvenes intentan atravesar el circuito colgándose de los brazos y balanceando el cuerpo sobre el vacío. Debe ser un ejercicio extraordinariamente difícil. Me ven tomándoles unas imágenes y se sienten reconfortados. Charlamos un momento y les muestro mi admiración por su esfuerzo. Todos necesitamos reconocimiento...
Por el Parque del Oeste caminan los caminantes, corren los corredores y pican los mosquitos. Son una mosquitos pequeños pero de reconocida mala leche. Aprovecho para saludar a mi pupila, la compañera química que asumió mi jubilación, que es una corredora de fondo, menuda e incansable... Le doy un par de besos y recuerdos para la gente que sigue en el tajo. Y cuando la veo alejarse trotando vuelvo a comprender que, es verdad, que la vida sigue...
...y desde un banco les observo pasar presurosos ‘…a todos los he visto perderse allá a lo lejos del camino y me he quedado solo, sin despegar los labios, en mi sitio…’
(Con mis saludos cordiales a León Felipe)


No hay comentarios: