lunes, 24 de junio de 2013

El viajero solitario: Un bebé de siete kilos

Está tan enrabietado el levante que tumba los cañaverales de la carretera. El viajero pretende hoy conquistar el Faro de Punta Camarinal —Zahara de los Atunes—, que fuera en su momento la torre almenara que se comunicaba visualmente con la del Tajo, en el acantilado de Barbate. Luego, bajando hacia el sur, el viajero quiere atravesar la playa del Cañuelo, una cala de arenas amarillas y extremos rocosos, sin accesos civilizados; subir por el pinar bordeando unas instalaciones militares y alcanzar la flecha final de la Gran Duna de Bolonia… Pero no creo que con un levante así pueda llegar muy lejos. Veremos.

Rocas de Atlanterra, Zahara de los Atunes
He dejado atrás Vejer de la Frontera, el pueblo blanco de las ‘cobijadas’ negras. Eran estas ‘cobijadas’ mujeres enfundadas en un traje negro que recuerda mucho al burka, pero el velo sólo dejaba ver el ojo izquierdo. Sin duda un uso de tradición árabe andalusí. Vejer es un precioso pueblo lleno de flores y rincones, encerrado en sus murallas, que se eleva encima de un risco abrupto. Abajo, junto al río Barbate, en un lugar llamado ‘La Barca de Vejer’, ponen unos bocadillos de lomo de cerdo en manteca colorá que hay que probar al menos una vez en la vida, talmente como hay que ir a la Meca si fueras musulmán. Pues eso.
En Barbate una señora hace autoestop. Sí, voy a Zahara, suba usted, señora. Tiene 65 años y no se cree que yo tenga 60. No es que no haya médico en Barbate, lo que pasa es que con el de Zahara de los Atunes tiene más confianza y eso hace mucho, ya se sabe. Hoy es que tiene el azúcar un poquillo alto y últimamente está que se le sube y se le baja, y se lo quiere contar al médico…
— Yo tengo azúcar desde los 30 años —me cuenta—. Desde que nació mi niña, que nació con siete kilos…
— No me diga usted eso. ¡Con siete kilos nació su hija! Supongo que le harían una cesárea…
— ¡Qué va! Nada. Parto natural… y desde entonces estoy yo con el azúcar que si esto, que si lo otro.
Es viuda la señora autoestopista. Su marido era zahareño, por eso se afincó en la pedanía de Barbate, al otro lado del río Cachón. Un río que se enfada cuando llueve mucho, la marea está alta y llega mar de fondo, entonces se enfada y la lía. Muchos dicen que lo del cachondeo viene del ahí, del río Cachón… pero a servidor le parece que no. La señora no opina sobre este asunto.
Y hace tres años que se le murió un hijo con 47. Aún se emociona mientras me cuenta lo bueno que era para ella, lo que la cuidaba, y la de gente que fue a su entierro, que no se podía pasar por el pueblo porque todo el mundo le quería…
¡Ea! Y ahí se nos atragantó la garganta a los dos, cada uno con su hijo atravesado en el corazón. Joder, joder con las emociones…


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