domingo, 30 de diciembre de 2012

Madrugón

Demasiado oscuro sigue el día. Tan negro que nadie diría que es por la mañana… Y el joven biólogo ha subido al autobús con la esperanza oculta de tener una compañera de asiento guapa y simpática. Pero dice que siempre le tocan tíos gordos y con olor a sobaquina. ¡Mala suerte, hijo! Viaja a Madrid, pero no a trabajar. Todavía no…
Y mientras amanece me acerco a la plaza de abastos, que es lo único que parece vivo en la pequeña ciudad del sur. Es tan temprano que aún no hay churros, y la máquina de café no tiene presión. El frío repta por el suelo de la cafetería y trepa hasta las rodillas. Y poco a poco los primeros parroquianos empiezan a llegar con el periódico calentito debajo del brazo…
Afuera, esperando que termine de salir el sol, acechan los demonios de cada día. Seguro que aparecen Rajoy y sus adláteres en cuanto algún insensato enchufe una radio o una tele… prefiero seguir en la cafetería, mirando las lucecitas de la máquina tragaperras. Total…
Así que, ya que está uno levantado, aprovecho para lanzar algunas fotos con el sol bajito. Pero sólo esta charca llena de cielo y nubes escapa a la vulgaridad…





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