viernes, 14 de diciembre de 2012

12 del 12 del12

Va de fechas redondas. Tengo una imagen difusa del 6 del 6 del 66: me recuerdo viendo la primera tele en la escalera del tío Asensio. Las demás fechas han pasado sin recuerdos…
La de hoy no. La voy a recordar… La mañana fue desastrosa. Las dos cebollas estaban un poco pasadas de fecha y, aunque las resané, el refrito me olía cada vez más a cebolla podrida. No sé si era aprehensión o realidad, pero tiré el refrito de cebollas y pimientos con todo el dolor de mi corazón. Y a las patatas hervidas las espolvoreé con pimentón de la Vera y huevo duro. Bueno, tampoco resultó tan mal.

A las cinco nos concentramos los defensores del Hospital de San Carlos en la escalinata del ayuntamiento de San Fernando… Pertenece al Ministerio de Defensa, está infrautilizado y en peligro inminente de cierre. Sería un magnífico hospital para una ciudad de cien mil habitantes… el problema es que tanto el Ministerio de Defensa como el Servicio Andaluz de Salud quieren rentabilizarlo económicamente y eso es imposible porque la sanidad pública es un servicio, no puede ser un negocio. A mí me parece que ninguna de las administraciones cree en lo público… ni el PP en Madrid ni el PSOE en Sevilla. Unos porque lo llevan en los genes ideológicos y otros porque han traicionado los suyos.
También había políticos municipales en la concentración, y habló el alcalde. Dijo que la corporación que él preside iba a apoyar la continuidad del Hospital de San Carlos como centro hospitalario público. Pero solo son las palabras correctas, las esperables. Palabras vacías de político profesional. La realidad es que hoy día eso es una pretensión romántica… los políticos sólo apoyarán lo que sea rentable económicamente, y lo público no lo es. Es decir, ya no hay pacientes, hay clientes… y si no son solventes, tenemos un problema añadido. Así de miserable es el mundo que tenemos el 12 del 12 del 12. Y lo peor es que los políticos nos ocultan esa realidad… que las personas no importan, que lo importante es el balance positivo de las cuentas. Y peor aún es que muchos de los políticos que votamos son tan parvos que ni eso saben, oiga.
Pues por allí peroraban algunos ciudadanos en voz alta. Explicaban en corrillos las maldades de esta política económica que nos lleva derechos al desastre social y humano… Qué hartura, por Dios. Pero si ya sabemos por qué ha pasado esto. Ya hemos diagnosticado las causas y señalado a los culpables… ¿Y qué? ¿Ahora qué se hace? ¿Seguir hablando y provocando risitas en los despachos? Sí, sí, que hablen, ¿no estamos en democracia?Estamos asumiendo el discurso indignado como parte de la situación y no salimos de ahí. Ya conocemos las causas, ya sufrimos la indignación que provocan las injusticias, pero en lugar de iniciar una reacción en cadena nos adormecemos. ¿Qué cosa hace falta para saltar de una puñetera vez?
No sé…
…el 12 del 12 del 12 Davinia y Manuel pasean con sus hijos por la Plaza del Rey. Olivia duerme con las manos sobre los ojos… parece que no quiera ver el mundo. Y Daniel recordaba la frase que le enseñé. Nos dimos una palmada y le dije:
— Hola, amigo, me encontré un higo. Como no te ví…
— …me lo comí  completó el niño.
Sí, hijo, sí. Más vale que te comas todos los h¡gos que puedas, de los unos y de los otros… Eso que te encuentras.


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