jueves, 9 de agosto de 2012

Vivimos en un mundo profundamente injusto

La crisis ha puesto en evidencia que vivimos en un mundo profundamente injusto. Y lo que propone el sistema para salir de ella (de la crisis) significa abandonar a su suerte a la gente más necesitada de amparo… y así llegaríamos otra vez al principio del bucle para volver a empezar. Es un sistema condenado a repetir los mismos errores, las mismas injusticias.

Los débiles soportan a los poderosos
La crisis nos está enseñando que los que la han provocado con su codicia (los que manejan el dinero) siguen viviendo al margen de problemas y estrecheces, es más, siguen ganando dinero a costa de que nuestros hijos no tenga educación, ni sanidad, ni futuro profesional ni personal… ellos siguen viviendo en un paraíso intocable y los demás, la inmensa mayoría, en un mundo cada vez más precario. Sí… la crisis pone en evidencia las contradicciones de un sistema profundamente injusto. Y para salir de la crisis, las políticas neoliberales nos obliga a entregar la riqueza pública a manos privadas —dejándonos sin educación, sin sanidad, sin atenciones sociales, sin casa— a cambio de cien mil millones para los bancos tramposos que han desencadenado la crisis… De esta forma, dicen, volveremos a crear riquezas y empleo. Es mentira. De esta forma volveremos al mismo status inicial que a ellos interesa, a ese desequilibrio absolutamente injusto en el que el 1% de la población tiene el 99% de la riqueza.
Es un mundo profundamente injusto y contradictorio. Yo no quiero volver a él. El 99% de la gente no debería querer volver a él.
Mi amigo Angelote dice que la acción (llámese expropiación o robo) de los supermercados no se puede consentir. Dice que si esto se generaliza entramos en la ley de la selva. Yo siempre he dicho lo mismo, que la ley que tenemos nos la hemos dado democráticamente, y que si no aceptamos esto no tenemos nada. Le escuchaba y pareciera que me escuchara a mí mismo… y sin embargo ya no estoy tan seguro.
El sistema criminaliza que roben veinte carritos de comida para repartir entre los necesitados… pero el mismo sistema considera legal, y propio de la libertad de los mercados, especular con el precio de los alimentos de primera necesidad, aunque eso suponga que en los países más pobres la gente muera de hambre. Considera legal los paraísos fiscales. Considera legal que los bancos recojan miles de millones de euros del BCE al 1% y con ese dinero compren deuda de los Estados al 5-7% sabiendo que eso significa que la gente humilde pasará más penurias. Es legal el rescate de los Estados, es decir, que el sistema obligue a los Estados a liquidar la atención de su gente a cambio de dinero para reflotar a los bancos tramposos. Es legal que haya miles de familias desahuciadas de sus casas y coexistan seis millones de casas vacías en España. Es legal y es normal que los desempleados de larga duración pierdan todas las ayudas y se queden sin un solo euro y sin posibilidad de trabajar. Es legal que los trabajos sean esclavizantes en lo físico y en lo retributivo. Es legal que las empresas se instalen en los paraísos donde el trabajador no tenga ni derechos ni sueldos dignos. Es legal que los que más tienen, menos paguen al fisco… pero no es legal que se roben veinte carros del supermercado. ¡Por dios! ¿Hasta dónde vamos a llegar?
Sí… es un mundo muy injusto y contradictorio. El asalto de los supermercados es una acción ilegal, posiblemente yo no tendría el valor de hacerlo, pero a estas alturas de la película no lo voy a condenar. El valor testimonial es demoledor.


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