lunes, 18 de junio de 2012

Un rescate y un brindis al sol

El Día del Rescate nos tomamos una botella de rioja en la playa de Camposoto. En copas de vidrio, como Dios manda, que en esos vasos de plástico no es lo mismo, la verdad. Y una tortilla de patatas —eran rojizas y las trajo Chema de Villamartín— con cebollas blancas de Conil. La había cocinado Charo, y le quedó estupenda. La pena es que soplaba un poniente primaveral demasiado fresco.

 
El sol se puso casi-casi en el extremo noroeste de su recorrido anual, porque faltaba muy poco para el solsticio de junio. Yo no sé cómo ni por qué fuimos ese día a ver el ocaso. No parece que fuera un día para celebrar nada. No sé… las cosas se lían, se lían —o te lían, te lían, que las hay muy ‘liantas’, la verdad sea dicha— y acabas brindando al sol sin motivo aparente. Ahora que recuerdo, creo que brindamos para que se repitiera la cosa, pero sin frío y sin rescate de por medio, que no es poco.
 
Los bañistas y tomadores de sol ya se habían marchado, que el poniente fresco no es para ellos. Era el momento de las gaviotas. Nos rondaban a prudencial distancia, vigilando qué dejábamos en la arena… Chema les lanzó una ‘regañá’ y se la comieron casi al vuelo. Son hábiles las gaviotas, y listas. Se colocaban en el filo de los contenedores de basura y sacaban las bolsas con el pico; alzaban el vuelo y las dejaban caer en la arena. Luego, con la basura esparcida, se ponían a hurgar y comer. Lo malo es que cualquiera que vea el resultado piensa que los bañistas son unos guarros. Ese día, la verdad, habría que exonerarlos de culpa…
 
Pues como no había nubes ni bruma, fue un ocaso limpio. Lo pudimos apreciar hasta el último destello. Yo les dije que una tarde de este mismo invierno, en Cádiz-Cádiz (o sea, de Puerta Tierra pa’dentro), en una situación similar vi el ‘rayo esmeralda’ refulgir en el último instante del ocaso… Charo y Chema no dijeron nada, pero mi ‘Compi de la Vida’ no me creía ¡La puñetera, incluso se reía abiertamente de servidor! Que si eso solo ocurre en el ecuadooor, que si soy un troleeero… ¡Inaudito, oye! De todos modos estos incrédulos estuvieron pendientes del sol, no fuera a ser que fuera. Pero nada. No saltó el destello esmeralda. Habrá que intentarlo en otro ocaso, que habrá más…
 
…supongo.

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