miércoles, 25 de enero de 2012

Fotos furtivas: Atardecer en la Tacita de Plata


…sí, pero el sol no es lo mismo para todos.


Hay gente que trabaja de sol a sol por un salario de mierda, humillados, sin derechos y asustados… y a pesar de tal precariedad, los adalides de este capitalismo criminal —esos cuatro gatos de mierda, y sus corre-ve-y-diles que gobiernan en su nombre—, casi nos han convencido de que los que aún trabajamos somos unos privilegiados, y hacemos bien en estar callados y sumisos, porque solo ellos saben qué hay que hacer para superar la crisis… SU CRISIS, la que los está haciendo más ricos a costa de la pobreza general. No sé quién es más imbécil, si ellos o nosotros… Nosotros, sin duda, por creer que las zorras van a poner orden en el gallinero.


También hay ciudadanos que deambulan de sol a sol sin nada que hacer porque ya están cansados de ofrecerse y entregar un currículum que nadie lee, y que nadie necesita, simplemente porque los que tienen el dinero ganan infinitamente más especulando —aunque eso suponga la miseria de millones de personas— que apostando por una economía sostenible, ética y humana.


Los neoliberales de mierda —que gobiernan el mundo a través de una pantomima democrática— nos están haciendo creer que tienen soluciones, y que nuestra supervivencia pasa por reducir el Estado a un mercadillo de gente sin educación, empobrecida, sin derechos laborales y sin sanidad pública… Eso sí, adecuadamente vigilados por fuerzas de seguridad, bien dotadas, entrenadas y fieles amantes del buen orden de su amo que les paga a través de los restos del Estado Mínimo que buscan.


Y mientras tanto, justo al lado viven ellos, la nueva casta de privilegiados, en lugares seguros, limpios y políticamente sostenibles por la pantomima democrática del voto cada cuatro años, que es un voto falseado porque esto que tenemos NO ES precisamente un gobierno que trabaje para el ciudadano.


Deberíamos reventarles la fiesta a esos cuatro gatos de mierda que gobiernan el mundo, y a los enchaquetados, pobres mentales, que prestan su careto a la pantomima democrática.


No sé cómo se hace... 

Tampoco sé a qué esperamos.

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