lunes, 5 de diciembre de 2011

Aparentemente no pasa nada...

…a ratos compartes un café con algún amigo mientras cae la tarde. El aire es fresco en diciembre, aunque el sol siga siendo cálido. Tal vez demasiado cálido. No sé… yo creo que antes, cuando éramos unos críos, hacía más frío.


Y, entre sorbo y sorbo, charlas de los pequeños asuntos domésticos, de los más cercanos, porque ya empezamos a estar cansados de hablar de la crisis y de lo que tenemos encima… No es por nada, es que parece que no es el momento ni el lugar.

Y procuras no quejarte demasiado de la situación, ni de esto ni de lo otro, porque ya has aprendido que es agotador pasar la tarde con alguien que se queja continuamente de todo… 

Y entonces te interesas por las cosas de tu amigo, que es un apasionado del retoque fotográfico, por su próxima exposición… Y hablamos de los hijos, que ya casi todos viven su vida por otros derroteros; y los vemos atravesar las mismas situaciones que atravesamos nosotros; y observamos cómo las viven ellos como si fueran los primeros seres humanos que las sufren… y uno comprueba que tu experiencia no les sirve, porque ellos pueden vivir lo mismo, pero en otro mundo… pues sí, amigo; pues sí, Milancito… y agotamos el último sorbo.

Y pasas la tarde frente a la taza vacía, comentando con tu amigo las pequeñas sorpresas que la vida te va ofreciendo… porque, seguramente, es eso la vida a estas alturas del otoño, una sucesión de pequeñas sorpresas.

No hay comentarios: