sábado, 25 de junio de 2011

15-M: Despertar en un mundo de orcos

El hombre de barba canosa observa a los chicos en la plaza. Hablan de su indignación ante las cosas que pasan en su mundo. Y, sin querer, recuerda el tiempo en el que la llamada economía de libre mercado generaba suficiente riqueza como para dejar en ridículo al Bloque Comunista… (¡Es la prehistoria, por Dios!, piensa) Era un capitalismo de corte humano porque los gobiernos democráticos intervenían para redistribuir la riqueza de forma social... por lo menos se intentaba. Los ciudadanos vivían en un Estado amplio y fuerte. Conquistaron trabajos estables y derechos laborales, salarios adecuados y una vejez segura; con sanidad y educación dignas, y servicios a disposición de cualquiera, sin distinción de ingresos. Los gobiernos democráticos de occidente intervenían y modelaban la economía para suavizar las aristas hoscas del capitalismo más duro y eso generó justicia y paz sociales…

…parece un cuento de hadas. ¡Madre mía! Seguramente no lo fue, pero se intentaba.

El hombre de barba canosa ha estado dormido durante décadas. Ha votado religiosamente (y hasta gozoso) cada cuatro años. Ha confiado en sus representantes formalmente democráticos, pero le han traicionado… Los políticos que elegimos han cambiado el mundo sin nuestro consentimiento y la crisis del capitalismo neoliberal nos ha despertado a un mundo espantoso. Es un mundo orweliano, donde los representantes de los ciudadanos trabajan para buscar el bienestar de los bancos y demás especuladores. Los políticos están obligados a pensar que es mucho más importante que los que ya son inmensamente ricos reciban la deuda de sus deudores, aunque estos queden en la ruina, en el desamparo, en la puta calle. Se han plegado a la lógica neoliberal más inhumana. Han vencido. Y lo mínimo que podemos hacer es indignarnos para recuperar, aunque sólo sea, nuestra propia dignidad…

…ahora la realidad más parece un cuento orcos.


Las políticas neoliberales nos han castrado el discernimiento, arrancado de cuajo la ética que nos permitía decidir lo correcto. Nos han metido la lógica del máximo beneficio privado en los genes… y eso nos convierte (con culpa o sin culpa) en seres despreciables y sin valores. Nos han privado del concepto y sin el concepto no podemos pensar. ¿Cómo podría un ciego de nacimiento entender el rojo si no tiene el concepto de color? La lógica es simple: el que ofrece un producto más barato, lo vende. El que se ofrece a trabajar por menos salario y menos garantías, trabaja. Y el que no se pliegue a esta lógica se extingue porque, simplemente, no cabe en el sistema. Y NADA, nada podemos oponer a esta lógica maquiavélica. Nos han quitado la contestación… las cosas son así. Punto. No vale pensar que detrás de un producto más barato hay auténticos esclavos que lo manufacturan y que eso es éticamente despreciable. ¿Qué gran empresa rechazaría rebajar más y más el precio del trabajo para obtener más beneficio? Ninguna, porque la ética no es una variable: simplemente no existe para ellos. La lógica del máximo beneficio privado es el alma de la crisis que padecemos, el hilo conductor de la indignación acumulada… esta lógica del máximo beneficio privado genera inmensas fortunas en pocas manos y pobrezas miserables en grandes zonas del planeta; justifica que los bancos —con el visto bueno de los políticos neoliberales— dejaran de invertir en la economía productiva para derivar los capitales privados a la especulación esquizofrénica, y a una crisis tras otra de las que los ricos siempre salen más ricos. La misma lógica propició la deslocalización de la producción (¿cómo vamos a fabricar coches en España, con la cantidad de derechos que tienen estos trabajadores, cuando en China me los fabrican por dos duros y sin rechistar?... enga ya, hombre. Nos vamos a China) Por lo mismo, los beneficios de las grandes empresas no se reinvierten en la creación de puestos de trabajo, es decir, en la economía real; porque es más rentable especular con los beneficios en los mercados financieros. Y por lo mismo, los gobiernos que elegimos democráticamente permiten a las grandes corporaciones operar en España (o cualquier otro país), ganar aquí inmensas fortunas pero tener su sede fiscal en paraísos donde pagan el 0,1% de sus ingresos… ¡APOTEÓSICO! ¿Cómo puñetas se lo hemos permitido? ¿Dónde estábamos? ¿Qué estábamos haciendo, por Dios?

…pues algunos, los que tenían sus ahorrillos, estaban comprando pisos para venderlos a los seis meses con beneficios importantes. Y gilipollas el último. Sí… nos han inyectado su lógica en vena; nos han robado el alma, practicado una lobotomía del lóbulo izquierdo, y nos hemos dejado hacer. Ya está.

Les dejamos un mundo de hadas y cuando la crisis nos ha abierto los ojos, tenemos una pesadilla de orcos. Hemos sido imbéciles profundos, épsilones ahítos de soma. El verdadero cáncer son las políticas neoliberales que nos ha impuesto la globalización planetaria, el resto de cuestiones indignantes (la corrupción de muchos políticos locales, la falta de representatividad, listas abiertas o cerradas, indolencia, desidias, prebendas, etc., etc., etc.) esas son pecata minuta. El verdadero asunto, lo que castra el futuro de nuestros hijos son las políticas neoliberales y los partidos políticos que las siguen propiciando.

Hay mil motivos para la indignación y para mantener el movimiento de contestación que se inicia en España el 15 de Mayo. Y no se debería extinguir porque no tenemos alternativa. Porque si permanecemos callados y sumisos nos llevarán a la miseria y perderemos los derechos que nuestros padres y abuelos conquistaron a lo largo del siglo XX. Los gobiernos no harán la revolución ética y pacífica que necesitamos los ciudadanos, porque no pueden; porque son cómplices de la lógica que gobierna el mundo. Los actores somos nosotros, la gente pacífica de las plazas, y tenemos que ser más y más inteligentes…

Otro caso de deslocalización en la provincia de Cádiz: Con la lógica del máximo beneficio privado, se van a lugares donde puedan explotar más y mejor al trabajador, con la complicidad de los gobiernos, con la desesperación del que necesita trabajar cómo y por lo que sea. Sinceramente, me parece que el trabajador que vote a un partido en sintonía con las políticas neoliberales es que no lo ha pensado bien.


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