martes, 11 de enero de 2011

Por favor, dejemos las religiones en sus templos

Pakistán. En este país islámico existe una ley llamada Ley antiblasfemia que condena a muerte a todo aquel que insulte al Islam. El gobernador del Punjab, Salman Taseer, era crítico con la Ley antiblasfemia. De alguna forma debía encontrarla algo inhumana, y digna de cambiarse o abolirse. Así que, uno de sus guardaespaldas llamado Hussain Qadri —devoto islamista él— le metió más de veinte balas en el cuerpo puesto que, en su opinión,“…al servicio del Profeta, la muerte es aceptable”. El gobernador del Punjab, como no podía ser de otra manera, murió. Cuando el asesino era llevado ante el tribunal de justicia, un público enfervorizado aclamaba a su nuevo héroe popular… El asesino sonreía.


…sonreía con una mueca bobalicona, estúpida y porcina. Lo propio.

ROMA. Mientras tanto, al otro lado del mundo, el papa Ratzinger, jefe de los cristianos católicos, comentaba ante los diplomáticos europeos “las numerosas situaciones en las que lamentablemente el derecho a la libertad religiosa ha sido lesionado o negado”.

Y a servidor le parece que este hombre olvida conscientemente que la Iglesia ha sido el mayor lastre para la libertad de conciencia en toda la historia de occidente. Sin ir más lejos, la primera constitución española, la de 1812, empieza así:
En el nombre de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, autor y supremo legislador de la sociedad…
Y continúa así en el artículo 12
La religión de la Nación española es y será perpetuamente la católica, apostólica, romana, única verdadera. La Nación la protege por leyes sabias y justas, y prohíbe el ejercicio de cualquiera otra.
Y esta consideración se mantuvo (salvo en pequeños paréntesis temporales) hasta la constitución de 1978, y a ningún Papa, cardenal, obispo o cura le ha parecido mal. ¿Con qué indignidad dice ahora el Papa que ve lesionado el derecho a la libertad religiosa? A servidor le parece asombroso que no se le caiga la cara de vergüenza.

Pero, volviendo a los blasfemos, hasta no hace mucho, también en España teníamos leyes civiles que castigaban al blasfemo... Digo leyes civiles y digo bien, porque en cuanto a las religiosas cristianas, la blasfemia se mantiene como un pecado imperdonable (ni en este siglo ni en el venidero)…

[En este punto del post debería incluir algún que otro párrafo bíblico —o sea, palabra misma de Dios— que nos ilustre sobre qué es lo que hace Dios con los blasfemos que no le respetan; pero es que no tengo ganas de buscar, la verdad]

La diferencia entre Pakistán y occidente (no hablo de los EEUU) es el largo camino que ya hemos recorrido. La diferencia es que aquí estamos en el proceso de colocar a las religiones en sus lugares naturales: familia y templos… para dejar lo público al servicio de todos, sin distinción de creencias o increencias. Y esto —por mucho que se queje Ratzinger— es una conquista de dimensiones históricas. Miremos si no al de la sonrisa porcina.

P.D. Me informan que el artículo 525 del actual Código Penal Español sigue penando al blasfemo. Gracias al informante.

No hay comentarios: