martes, 13 de octubre de 2009

Turba





Sí, demasiada calor para un 12 de octubre. A estas alturas del otoño ya debería haber llovido. Y deberían haber aparecido los primeros brotes verdes, los de verdad, los que tapizan de esmeralda los suelos agostados… no los del símil económico. Pero, nada, oye. Los caminos están resecos y polvorientos, y los periódicos cuentan que la turba de las Tablas de Daimiel ha entrado en autocombustión, y eso es malo…

…con eso pasa lo mismo que con el queso o el vino, que les ocurre una maduración química inevitable. Al vino y al queso les viene bien porque mejoran, pero con la turba reseca lo que pasa es que se quema y entonces deja de ser impermeable… o sea, que si por una casualidad de estas llueve sobre las Tablas de Daimiel, el agua fluirá directamente a la capa freática y aquello dejará de ser un humedal.

¡Joder, joder! La turba de las Tablas de Daimiel entra en autocombustión… parece una noticia ficticia sacada directamente de una peli catastrófica de ciencia ficción (Soylant Green, Blade Runner) No sé, uno ya va teniendo edad para recordar cosas que se han perdido, y para añorar lo que fue… y eso no es bueno. Tampoco es bueno que poco a poco nos vayamos acostumbrando a todo, a pandemias de enfermedades nuevas, a altos niveles de ozono a nivel de calle, a especies en peligro de extinción, a sequías y hambrunas, a incendios colosales, a la desaparición paulatina del polo norte…


Pues eso, que no llueve y el paseo por la vuelta de afuera de la salina, justo por encima del muro de piedras que separa el caño del estero, fue gratificante… y si yo hubiera sido un defensor español frente a los gabachos en 1810, habría colocado la batería de San Pedro, justo aquí, en este recodo… pero ese preciso recodo, para mi amiga Conchi resultaba ser un lugar estupendo para pescar, y para mi compi de la vida, un perfecto momento para echar un cigarrillo oteando el amplio horizonte. Y las tres ideas fueron estupendas…

…sí, a pesar de todo, hay otros mundos y este planeta sigue siendo bellísimo.

Imágenes de unas de las decenas de antiguas salinas de San Fernando, la vieja Isla de León, donde se paró en seco el avance de Napoleón en 1810, y donde, en ese año se iniciaron las cortes que alumbraron la constitución española de 1812



No hay comentarios: