jueves, 1 de octubre de 2009

¿Ocaso perfecto?


Hay días inolvidables, que se graban a fuego en la memoria y te acompañan toda la vida. Dicen los neurocientíficos que eso ocurre cuando los niveles de stress son elevados, es decir, cuando nuestro equilibrio fisiológico (y lo emocional es fisiológico) se ve alterado y trata de reequilibrarse como sea… y entonces, en esos estados, la memoria lábil se transforma en memoria consolidada de forma brusca. O algo así… creo.

Pero se equivocan, ese atardecer de mayo estaba solo. Yo creo que nada ni nadie me elevaba los niveles de ninguna hormona o proteína de esas raras. Lo único que pasaba era que el sol se deslizaba detrás de unas nubes, que la marea estaba alta y la mar calmada… Ninguna agresión medioambiental ni psicológica desencadenaba mecanismos de compensación stressante en mi organismo: lo juro.

Así que si lo recuerdo tan cristalinamente es por algo mucho más prosaico: simplemente porque lancé decenas de fotos de esos momentos, porque pocas veces confluyen todas las circunstancias de esta forma tan bella.

La pena es que no pude compartir ese momento con nadie… hasta ahora.

En la imagen, ocaso en la Bahía de Cádiz, desde Punta Cantera, San Fernando, la Vieja Isla de León.



No hay comentarios: