miércoles, 5 de agosto de 2009

Fotos furtivas: La joven y el Duomo

Hay cosas que quedan para la posteridad. Que son casi eternas.

Sí… creo que podríamos decir que son casi eternas si las medimos en el tempus humano. Y seguramente —si no hacemos los hombres alguna burrada— ahí seguirán, impasibles, contemplando el devenir de las nuevas generaciones de hombres y mujeres.

Las piedras de la catedral de Milano son un ejemplo de trascendencia temporal: ahí deben llevar más de trescientos años… y seguirán.

Pero también hay cosas efímeras… como la chica de azul y falda vaquera, dramático ejemplo de cambio porque en pocos años su paso no será tan elástico, ni su figura tan firme. Tal vez cuando pase solo un poco de tiempo sea más sabia, pero no tan bella en lo físico… La chica de azul, como cualquier hombre, es efímera.

Y me pregunto a mis 56 años ¿qué atesora más belleza? ¿El Duomo de Milano o la chica de azul?

Sé exactamente la respuesta que daría mi hijo Alejandro… la tía, que está tó güena.

Y, la verdad sea dicha, estoy totalmente de acuerdo con el chiquillo…



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