martes, 21 de julio de 2009

Empatía, psicopatía y evolución


Según la RAE, empatía es la identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimo de otro. Dicho de otro modo, la empatía es la capacidad de sentir compasión por el otro. Pero ¿qué ocurre si alguien es incapaz de sentir o entender la compasión por el otro de igual forma que un ciego de nacimiento no puede concebir qué cosa es el color rojo?

En este caso tenemos a un psicópata. El psicópata es un ser humano que no entiende ni puede entender qué cosa es la compasión. Se le puede explicar con palabras, con imágenes, con ejemplos… pero no puede entenderlo porque jamás la podrá experimentar. Son seres humanos distintos; en cierta forma tal vez pudieran ser el camino evolutivo que conduzca a otra especie. Y los neurocientíficos nos explican que estos hombres y mujeres son distintos porque ciertas comunicaciones neuronales del lóbulo prefrontal presentan una singularidad que les impide bloquear según qué impulsos primarios. Dicho de otra forma, el psicópata no puede reprimir sus impulsos de supervivencia por condiciones culturales añadidas, es decir, por el aprendizaje y la socialización. La única regla que concibe es ÉL. Por encima de todo y todos está ÉL y su supervivencia, en cualquier aspecto, vital o cultural. Y, para colmo, sea cual sea su conducta no siente culpa por sus actos.

A veces me asusta leer cosas que los hombres van descubriendo sobre sí mismo. Y esta es una de ellas porque este comportamiento —ausencia de compasión— es la consecuencia de un proceso evolutivo que desemboca en el depredador perfecto. Vendría a ser un homo sapiens con la moral de una mantis religiosa. Por supuesto, no todos los psicópatas somos asesinos en serie, pero en la calle, en la oficina, en el metro, paseamos cientos y cientos psicópatas, potenciales pederastas, asesinos o violadores...

Sí, a veces me asusta leer cosas… en España, en tres días, y en dos lugares distintos (Huelva y Baena) se ha repetido la misma atrocidad: que varios menores han violado repetidamente a una niña. En un documento desgarrador, la madre de una de ellas, entre llantos, se preguntaba que cómo era posible que unos jovencitos hubieran sido capaces de hacer esa monstruosidad a su niña de 13 años… Tal vez la inhumana respuesta sea esta.

Y más me asusta leer que el debate está servido. No hay acuerdo en cuanto al comportamiento psicopático: ¿Son culpables estos hombres si su comportamiento es impermeable a la influencia cultural? (No se le puede enseñar, adoctrinar o hacer entender) ¿Qué culpa tiene el violador-psicópata si no tiene mecanismos fisiológicos para abortar la agresión? (Ni siquiera sabe qué cosa tiene que reprimir) Por otro lado, si la cárcel no busca represión/venganza, sino la reeducación del reo ¿hay que meter a los psicópatas en la cárcel aún a sabiendas de la imposibilidad de regeneración y conociendo que al salir seguirán siendo igualmente peligrosos para la sociedad?

Entonces ¿cómo nos defendemos de ellos si hay serias dudas sobre su imputabilidad? ¿Qué hacemos con estos pobres indeseables a los que les ha tocado ser psicópatas sin buscarlo y sin poder evitarlo, como el que es rubio, gordo o pecoso?

Legisladores, criminalistas, educadores, neurocientificos, psicólogos no saben cómo enfrentar de forma justa y eficaz el asunto. Pero servidor lo tiene claro. Lo primario y lo sencillo, lo que yo haría, es desearles lo propio, o sea, una buena tortura, refinada y prolongada, y que aprendan así las consecuencias de sus actos...

¿Ves? Yo también puedo ser (al menos de palabra) un potencial psicópata, un espécimen con ausencia total de empatía… ¿Dónde puñetas estará el equilibrio? ¿Dónde?

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