lunes, 13 de abril de 2009

Fotos en un tubo: AZUFRE


El pequeño alquimista se ensimismaba observando cómo se quemaba el montoncito de azufre... primero se fundía como caramelo y formaba pequeñas pelotitas oscuras que se deslizaban por la ladera de polvo amarillo con forma de volcan. A veces lanzaba pequeñitas llamaradas azules, casi invisibles, que nunca progresaban, pero tampoco se detenían. Y mientras tanto, el humo blanco -a veces azulado- embriagador le mantenía fascinado, incapaz de desviar la mirada de esa maravilla...

...hasta que llegaba su madre dando gritos y lo echaba todo a perder. (Eso sí, la habitación quedaba desinfectada y con un olor a pajuelas que duraba semanas)

En realidad el tubo de la imagen solo contiene lluvia de oro, esos preciosos cristalitos de ioduro de plomo que aparecen cuando la disolución se enfría... y brillan, y destellan al sol de cada mañana. De vez en cuando -cada vez menos, la verdad- el pequeño alquimista aflora de lo profundo y queda fascinado con estas tonterías... y entonces soy yo el que se queda ensimismado mirándole desde esta distancia temporal que nos ofrece la vida.

...y entonces no sé donde empieza uno ni donde acaba el otro. Tampoco sé quien alimenta a quien.

Sí. Hoy me gustaría enviar un abrazo largo y apretado a todos mis amigos y amigas... a los que lean esto y a los que no.

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