jueves, 2 de octubre de 2008

El espía del teléfono móvil


Tengo que reconocerlo: me entusiasmaban las cámaras fotográficas que usaban los espías. Eran minúsculas y las camuflaban en la estilográfica. Luego, cuando habían fotografiado los planos secretos, metían el microfilm en el tacón del zapato y lo sacaban, engañando a los malos, de la Alemania comunista (o de cualquier otro país nublado y de calles mojadas —siempre nublado y de calles mojadas— del otro lado del Telón de Acero) ¡Qué buenas eran esas pelis, puñetas!

Recuerdo que en Ceuta, a finales de los años 60, vendían unas cámaras en miniaturas que eran una preciosidad... mi amigo César tuvo una. Pero sacaban fotos de muy mala calidad.

Hoy día me gusta jugar a espía con mi teléfono móvil, que tiene una cámara de dos megapixles. ¡Qué máquina más buena! Y robo instantáneas de niños jugando... o de las chicas guapas que pasan a mi lado.


Pregunta preocupada: ¡Esto no será malo, o síntoma de alguna enfermedad rara! ¿No?


La imagen es una niña en Ikea... ¿o es una muñeca?

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