martes, 2 de septiembre de 2008

Las Historias de A_Cooper: el masajista


Desayunar con A_Cooper da mucho de sí. Sobre todo a partir del segundo café, que se los pide cargados, y por lo que comprobé, le provocan un efecto desinhibidor enorme… además, los toma sin azúcar porque dice que ella va sobrada de dulzura gallega y salero andaluz. Y debe ser cierto porque tal mezcla le reporta pingües beneficios sentimentales… dice que ahora anda que no sabe qué hacer con un barcelonés rubio —algo canoso— que está enamoradito perdido de ella, y que tiene comprado un billete de ida (sin vuelta) para pasar los días que sean menester con ella... y sólo espera una palabra suya para viajar. Así lo tiene, en ascuas.

Cuando me cuenta estas cosas yo le pregunto con el ceño fruncido, “Niña, ¿pero tú que les das?” Y siempre encoge los hombros, abre los ojos como extrañada y dice: “Nada, yo no hago nada”. Mentira podrida. No me lo creo...

Pues este hombre trabaja en un geriátrico para ganarse la vida, pero es músico, escultor y escritor. Con estas expectativas ya resultaría un señor suficientemente interesante, seguro que tiene una conversación culta y llena de matices, pero es que además el tío es masajista… y, claro, que sea masajista es una tentación i-rre-nun-cia-ble para A_Cooper.

Al final —tú verás como sí— el masajista rubio viajará, seguro-seguro-seguro, porque todas las mujeres de la familia de A_Cooper son unas viciosas de caricias y masajitos. Es tocarles la espalda con la yema de tus dedos y caen rendidas, que te quedas… ¡madremía! ¿Qué ha pasado? ¡Yo no he sido!

—¡Ahhhh! Sigue, sigue, sigue… Asiiií ¡No pares! ¡Más arriba… a la derecha, a la derecha.. ahíííí —Y entonces se retuercen de gusto, y añaden:

— Más abajo, más abajo! […] ¡¡PERO NO TE PASES, CAPULLO!! — Es lo que dicen todas al final para volverte a la realidad.

Por eso digo que el masajista viajará, ¡claro que viajará!… aunque a la chiquilla le dure el interés tres días. Seguro.


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