domingo, 8 de junio de 2008

Levante en Karma



Cuando llegué a esta tierra, hace ya casi treinta años, me llamó enormemente la atención la cultura de los vientos que la gente de la calle utilizaba a diario. En Ceuta soplaba levante o poniente, pero eso era cosa del tiempo y la cuestión apenas tenía enjundia... pero en la Isla de León el levante y el poniente son parte de la vida, del lenguaje y de las circunstancias de cada uno. Y seguramente lo es desde que los romanos labraron salinas, y usaban la sal y el levante para fabricar gárum.

De pronto uno decía rascándose la rodilla: ¡Va a saltar una levantera que nos vamos a enterar! Y saltaba. Y cuando el levantasso –cuantas más eses sustituyan a la zeta, más fuerte es el viento- estaba en plena ráfaga, otro decía: El domingo se quita el levante. ¿Y por qué puñetas se va a quitar? Pensaba servidor. Porque sabido es que levante juevero no es dominguero. Y como esta, decenas de sentencias.

Y cuanto más veterano era el señor que profetizaba el comportamiento del viento, más acertaba... por eso no entendía a Flores, que era un señor muy mayor, a punto ya de jubilarse –cuando los trabajadores se jubilaban a los 70 años- que siempre decía que a él lo que más le gustaba era el levante en Karma. Yo lo imaginaba en la playa de Camposoto, sentado en la postura de Loto, ojos cerrados soportando estoicamente las ráfagas de arena que se clavan como agujas, buscando fundirse con lo absoluto y acercarse al nirvana... pero me chocaba porque Flores no parecía tener vida interior; no, no era señor muy dado a la mística, más bien todo lo contrario porque a media mañana ya había destilado media botella de tinto a granel y no tenía lo que se dice una gran conversación.

...con el tiempo comprendí –no fue difícil- que a Flores lo que le gustaba era el levante en calma... que pa él sonaba igual, pero no es lo mismo, pisha.


En la imagen, la playa de Cortadura, Cádiz.



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