jueves, 12 de junio de 2008

La Mujer Despreciable


Conozco bien a mis dos amigos. Cuando ella dijo eso lo anoté en la servilleta textualmente. Yo creo que en parte se explica porque la educaron las doroteas y luego las escolapias… y eso, quieras o no, infunde un carácter que puede ser indeleble. Y para colmo su madre era una tradicional, abnegada y honesta madre española de los años 50 y su padre igual, un típico padre español de los 50, de los de bigotito estrecho y aquí se hace lo que yo digo porque para eso ganamos una guerra... Prácticamente igual que los padres de su pareja, educado a su vez por los reverendos y recios padres agustinos.

Todos los hijos de esa generación llegamos al matrimonio —sí, al matrimonio católico de toda la vida, porque la mayoría no teníamos otra alternativa si queríamos vivir nuestra propia vida— con unos roles sexuales/sexistas muy claros y muy bien aprendidos… Y no creo necesario enumerarlos.

Y si ahora, pasados los años, hemos evolucionado hasta convertirnos en parejas equilibradas y respetuosas entre nosotros, con un comportamiento no sexista, es porque hemos aprendido a hacerlo y hemos implicado raciocinio a la cosa. Comprendemos intelectualmente que es inviable mantener los roles sexistas que nos tocó aprender desde muy jóvenes, pero en el fondo sigue grabado a fuego el otro mensaje, el que resulta contradictorio:
Tú eres mujer y te debes a tu condiciónTú eres el hombre, traes el dinero a casa y vistes pantalones...
Frente a esto debemos anteponer la razón, y no bajar la guardia.

Yo te he hecho un ser mejor —decía mi amiga a su pareja, medio en broma y con una pizca de sarcasmo— porque eras un inútil y ahora llevas la cocina y la intendencia de esta casa, y porque asumes algunas cosillas más… Pero tú me has hecho una mujer despreciable porque vivo en una contradicción. Siento que NO soy la mujer de mi casa, y mis hijos no me piden mis comidas, y mis amigas tienen sus casas relucientes y la mía no está reluciente porque estoy parte de la semana haciendo yoga, leyendo novelas y ensayos en un sillón o pintando acuarelas

Es verdad que hay una pizca de broma en la frase de la servilleta… pero también hay resignación y un reproche lanzado al éter.

Nos tocó vivirlo. A cada uno le toca vivir su tiempo. Y mucho de lo que nos hicieron aprender como un valor irrenunciable ya no sirve. Hemos tenido que asumir, por nuestros propios medios, nuevos valores y comportamientos que son completamente opuestos…

…y, como a HAL 9000, a algunos les ha provocado una esquizofrenia del caraxo.



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