jueves, 24 de abril de 2008

Llegó Esperancita y mandó parar

A mitad del siglo XVIII el cabildo municipal de la ciudad de Cádiz compró un microscopio para los servicios sanitarios de la ciudad (…hablo de memoria, pero prometo buscar el expediente y anotar archivo-legajo-folio y todos los detalles de la historia) Era el primer artilugio de este tipo que se veía por estos lugares. Hasta tal punto era tecnología puntaque levantó las sospechas de los propios regidores municipales: ¿No será una ofensa a la Ley de Dios el uso médico de este artefacto? ¿Quiénes son los hombres para introducirse de esa manera en los confines ignotos de la Creación Divina? ¿Quiénes son los hombres para forzar la voluntad de Dios cuando envía enfermedades? ¿Acaso los males y las enfermedades no son oportunos designios divinos? ¿Para qué, entonces, inventar artefactos que buscan ir contra los designios de Dios?

Ya sé que suena a coña, a cachondeíto gaditano de carnaval, pero es cierto. Se constituyó una comisión de moral y ética formada por médicos de prestigio, curas, obispos y ricos comerciantes de la ciudad, para que estudiaran qué peligros para la integridad moral del usuario tenía mirar por el microscopio: ¿se condenaría el osado que mirase por el objetivo? Finalmente, decidieron que no había problemas porque la categoría humana, y la sólida formación moral del médico, superarían cualquier duda ética. Eso ocurrió en Cádiz a mitad del setecientos. Y al final se pudo mirar por el microscopio.

Sí, en España hubo un tiempo en el que los clérigos católicos mandaban mucho. Mejor dicho, desde que España es España, los clérigos han mandado sin discusión en todos los aspectos de la vida… incluso, como interpretes que son del mensaje y de los designios divinos, la jerarquía religiosa es la que legitimaba y justificaba la autoridad política. En consecuencia, el Rey-Soberano lo era por la gracia de Dios y sólo se arrodillaba ante el clérigo cristiano de turno para recibir su bendición, que para eso los clérigos son los intérpretes intermediarios entre Dios y el común de los mortales. Hoy día parecía que estas cosas ya no pasaban en España… hasta que llegó Esperancita y mando parar

Será que le gusta a Esperancita el ejemplo de otros países como Irán, que mantienen un Consejo de Guardianes de la Revolución, que vela por la pureza de las leyes que emanan del parlamento iraní, ¡no vaya a ser que legislen por encima de la ley islámica (sharía), por Dios! Pues algo así ha debido pensar la rechula presidenta madrileña cuando introduce a los curas en el Comité de Ética y en el Comité Interdisciplinar de Cuidados Paliativos de los hospitales públicos de la Comunidad madrileña. Debe pensar Esperancita que no es de recibo que los profesionales de la medicina, y los enfermos, y los familiares de enfermos terminales, o violadas, o futuras madres de hijos malformados, decidan entre ellos qué hacer con su situación vital… debe pensar que estamos invalidados para decidir por nosotros mismos; debe pensar que nuestra catadura moral no sirve y que necesitamos el consejo del clérigo de turno... católico, por supuesto.

Me dan ganas de blasfemar. Tengo muchas ganas de blasfemar… pero me he prometido no hacerlo en este blog.



No hay comentarios: