jueves, 14 de febrero de 2008

La pareja y el observador


Están sentados en la mesa de al lado. A menos de tres metros. Él me da la espalda, y a ella la observo de frente... pero no tuvo ojos para nadie. En la media hora larga que estuve tan cerca, no cruzó la mirada con servidor ni una sola vez. Me habría gustado mirar directamente sus ojos, y los he buscado... pero no me miró. Sigo sin saber cómo es el mundo después de permanecer un instante en el fondo de su retina.

Es una chica bastante atractiva y de aspecto profesional. Morena, con el pelo largo y recogido. Viste chaqueta y jersey gris de cuello vuelto. No creo que sean pareja. Deben ser comerciales en viaje por el sur. Tienen la mesa llena de papeles y listas de clientes. Teléfono móvil en ristre, hablan intermitentemente y anotan cosas en los papeles. A veces tachan algo... Se llevan bien, pero no son pareja. Esta noche, después de cenar se desearán buen descanso y cada uno se irá a su habitación... ella llamará a su marido y hablará con su hija pequeña.

Sin embargo, cuando él habla, ella le mira a los ojos y asiente con una sonrisa. Y entonces la profesionalidad del trato parece dar un pasito atrás. A veces, ella compone un gesto de resignación... y continúan planificando el día siguiente.


Entonces llegó mi compi de la vida, que había estado mirando rebajas en el Centro Comercial.

- Mira, niña; ¿ves esa pareja de ahí...? -le dije con disimulo-. Llevo un rato observándoles y tienen que ser algo así como viajantes porque están todo el rato haciendo listas y hablando con clientes. Seguro que viajan sin sus parejas. ¿Tú crees que hay temita entre ellos...?

La niña los observó un momento con mirada de bruja... y luego puso los ojos en blanco, en un gesto que siempre presagia alguna incomodidad para servidor. Y para confirmarlo, se levantó, pagó y aprovechó para pasar al lado de la pareja.

O sea... no eran comerciales. Más bien eran una pareja de novios haciendo la lista de invitados y colocándolos en las mesas del convite.

Como fabulador lo mismo tengo un pase... pero, hijo mío, en perspicacia: cero patatero.



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