jueves, 20 de diciembre de 2007

Mi gente sorprendente: Carlos V

Evidentemente, mi amigo Carlos V no es el hijo de Juana la Loca y Felipe el Hermoso. La “V” es sólo la inicial de su apellido... y cuando se pone tierno es para comérselo. Mi amigo es para servidor mucho más importante que Carlos V. Con la edad, a uno se le olvidan los remilgos y es capaz de reconocer abiertamente cualquier sentimiento, ¡aunque sea hacia otro tío!

Milano y Carlos V intercambiando una tierna mirada de amor fraternal.
La foto es de Alfonsito

No hace una semana nos reunimos en la venta más cutre de los contornos –y cuando digo cutre no exagero nada, que hasta la mesa se nos despatarraba-. También estaban Alfonso y las niñas respectivas (Bala, Larita y Antoñita) Lo bueno que tienen este tipo de ventas es que los huevos con patatas que nos comimos los sacan directamente del huerto de atrás. Es lo más simple que hemos probado...

...y esa simpleza adobada de autenticidad nos llevó a comentar lo ridículo de muchas cosas. Por ejemplo, los tres mil euros que algunos pagaron por una entrada para ver a Led Zeppelin en Londres. Entonces fue cuando Carlos V reflexionó:

- ...pero si las cosas son más simples –dijo retrepándose en la silla y extendiendo las piernas-. ¡Con lo valioso que es sentarse con los amigos y comerte tus dos huevos fritos con tus patatitas; y charlar despacito y reírse, y dejar pasar el tiempo... en lugar de dar saltos en medio de un estruendo! ¡Pero si esto es lo más bonito que uno puede pedir...!

¿No es para comérselo?

Por cierto, el vino no tenía marca y también era una jartá cutre



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