martes, 12 de junio de 2007

Una pérdida de tiempo

Hoy le he propuesto a mi compi de la vida que perdiéramos el tiempo, que nos fuéramos a la calle y anduviéramos como si nada ni nadie nos esperase. La propuesta era escapar de las garras de lo previsible... que uno a veces se harta de lo previsible y lo cotidiano. Y extrañamente me hizo caso. Dejamos la casa tal cual estaba, sin ordenar, con polvo por encima de las cosas, con ropa por planchar, la cocina sin recoger... y salimos a la calle. Dejaríamos pasar el tiempo sin hacer nada y, lo que es más difícil, sin la sensación de estar perdiéndolo.

FALTA FOTO

Caminamos lentamente, entrelazadas las manos como hace treinta años. Un par de veces le tuve que decir que ralentizase el paso y que mirase las cosas como si fuera la primera vez, que dejase una pausa entre un paso y el siguiente y que disfrutase de cada una de las pausas. La tarde de primavera era muy suave y nítida, veíamos al fondo, al otro lado de la bahía, la ciudad trimilenaria de Cádiz. La marea estaba muy baja y ofrecía al sol de poniente sus praderas de algas. Y frente a la terraza del Guanche, los viejos polvorines de Fadricas mostraban su fachada más amable: la de edificios históricos que esperan una nueva oportunidad.

Y dejamos pasar el tiempo en silencio. Las dos coca-colas nos costaron 3’20 euros, ¡qué barbaridad, quinientas treinta y tres pesetas por dos miserables coca-colas! ¡Coño! ¿Pero en qué país vivimos? Hasta en Berlín eran más baratas.

No fue difícil reencontrarnos. En apenas cinco minutos recordamos que la vida es algo más que la logística para mantener las cosas de casa a punto; que la intendencia diaria para mantener la cocina y la mesa dispuestas es una chorrada; que los hijos ya viven su vida y que sólo volverán en pequeñas dosis... Y también tuvimos tiempo para llamar a varios amigos:

- Esta es una llamadita de control: ¿Cómo está mi niña? Sólo queríamos saber de vosotros, nada concreto… y que sepáis que estamos a vuestra dispo…

Y así fue como volvimos a descubrir que el tiempo nos pertenece por el momento, y que es un privilegio vivirlo con ella. El tiempo… tal vez lo más valioso que nos queda, la esencia de todo.




No hay comentarios: