Este artículo se publicó en La Voz del Sur
General Varela. Bilaureado y traidor a la República
El paisaje urbano de
la ciudad no es neutral. De las calles y plazas de cada pueblo debería emanar una pedagogía de
convivencia y respeto que impregne a los ciudadanos. Pero eso no ocurre si de las
esquinas cuelgan ejemplos de intolerancia y se exhiben rastros de ideologías
opuestas a la democracia. Por eso conviene recordar que cuando una sociedad se
organiza en torno a la voluntad popular, es nuestra obligación ser beligerantes
contra la intolerancia que emana de postulados ideológicos próximos al
franquismo… porque el franquismo es un régimen indeseable, condenable y criminal.
Lo era hace ochenta años y lo es hoy. El franquismo y sus herencias ideológicas
no se pueden justificar desde la decencia.
Cuando se inicia el año 2021, en la
ciudad de San Fernando existen demasiadas calles dedicadas a personajes vinculados
con la dictadura del general Franco. Pero ya no podemos apelar a la ignorancia
para justificar su permanencia en el callejero de la ciudad. Hoy conocemos las
trayectorias personales de muchos de esos personajes con calle, y la simple
lectura de ciertos nombres ofende a la decencia, porque implica normalizar el
crimen, supone la aceptar la sublevación militar como principio político válido
y supone admitir la represión como método para perpetuarse en el poder. La
mínima responsabilidad cívica nos impide aceptar estas premisas.
Hay en San Fernando calles con
nombres de alcaldes que colaboraron, abierta y decididamente, en la
represión política y social que se desplegó en la ciudad desde el 18 de julio
de 1936. Fueron alcaldes que sirvieron a una dictadura militar de carácter
fascista…
«…en origen, naturaleza, estructura y conducta
general, el régimen de Franco es un régimen de carácter fascista, establecido
en gran parte gracias a la ayuda recibida de la Alemania nazi de Hitler y de la
Italia fascista de Mussolini».
Así lo
definió y condenó la Asamblea General de las Naciones Unidas el 12 de diciembre
de 1946, precisamente en los años en los que los alcaldes en cuestión actuaron.
Estos mandatarios isleños fueron dirigentes políticos que colaboraron con un
Estado ilegal. Las víctimas de la represión en esta ciudad (los asesinados y
los perseguidos), que lo fueron bajo los mandatos de estos alcaldes, no merecen
la afrenta de ver sus nombres rotulados en las calles. Su permanencia supone,
en nuestra opinión, enaltecimiento del golpe militar de 1936, de la represión
posterior y de la impunidad.
Permanecen en la ciudad calles con
nombres de militares —fundamentalmente marinos— que participaron en
el bando sublevado de la guerra civil española y que desarrollaron
posteriormente una dilatada y brillante carrera militar, incluso regalaron a la
ciudad una valiosa contribución política e intelectual. Todos esos militares
tuvieron que demostrar inevitablemente su adhesión a la dictadura militar que
se iniciaba el 18 de julio de 1936 y, con ella, acataron la cobertura
ideológica de carácter fascista que adoptó el nuevo Estado. Aceptamos que un
número indeterminado de ellos —nunca sabremos cuántos— se vieron arrastrados
por la pulsión de sobrevivir y asumieron como inevitable la obediencia a una
cadena de mando que traicionó la promesa de adhesión a la II República.
Entendemos que esos militares se dejaron arrastrar por la supuesta obediencia
debida a sus superiores, porque la mínima objeción habría implicado una
ejecución inmediata y extrajudicial. Y en el mejor de los casos, un consejo de
guerra sumarísimo en el que los militares rebeldes y traidores les acusarían
precisamente de rebelión militar con pésimas consecuencias.
«Los militares que se opongan al
Movimiento de Salvación iniciado serán pasados por las armas por los delitos de
lesa patria y alta traición a España». [En el Decreto nº 2 de la Junta de Defensa
Nacional. Burgos, 25 de julio de 1936]
Pero no todos los militares se sumaron
a la rebelión iniciada en San Fernando el 18 de julio. Los hubo que
cuestionaron las órdenes, o dudaron simplemente, o tenían filias republicanas o
masónicas. Todos estos lo pagaron con su vida. Son los casos del comandante de
Infantería de Marina Manuel de Sancha Morales, los capitanes del mismo cuerpo
Antonio García Molés y Enrique Paz Pinacho, del teniente de navío en la reserva
Ramón Alba Guerrero, los capitanes de corbeta Fco. Javier Biondi Onrubia y
Virgilio Pérez Pérez, el maquinista Francisco Baptista Florenza, el condestable
de la Armada Federico Beltrán del Castillo, los oficiales de Sanidad de la
Armada José E. Ordaz Martínez, Antonio Martín Yarza, Antonio Zambonino Cano, etc.,
etc., etc. Eran militares, eran españoles fieles a la promesa de lealtad y
murieron en La Isla. Ninguno de ellos, por supuesto, pudo demostrar su amor a
la patria ni desarrollar una brillante carrera profesional. Simplemente fueron
asesinados en 1936. Ninguno de ellos pudo hacer méritos para tener una calle en
su ciudad. [Véanse militares leales a la República muertos en San Fernando: Por la
dignidad de los militares muertos]
Desgraciadamente, todos los militares
que se sumaron a la rebelión —unos abierta y decididamente, otros por pura
supervivencia— lo hicieron para servir a un régimen ilegal. Sus carreras
profesionales a partir de esa inflexión están vinculadas a valores incompatibles
con la democracia. No obstante, si existiesen en San Fernando calles dedicadas
a militares que no dirigieron la insurrección, no participaron en la represión
posterior y contribuyeron de alguna manera al entramado cultural de San
Fernando, entenderíamos su permanencia en el callejero. En estos casos damos
por hecho que fueron las autoridades franquistas las que los utilizaron para
engrosar la iconografía del Régimen. No cuestionaríamos la valía personal, ni
la profesionalidad del personaje, sino el uso partidista que hizo la Dictadura de
estos hombres.
Pero hubo militares que organizaron
la sublevación y/o participaron conscientemente en la guerra posterior y,
en consecuencia, asumieron las consecuencias de sus actos. Para fortuna de ellos,
resultaron victoriosos y sus decisiones personales fueron recompensadas con una
notable carrera militar y con reconocimientos en el ámbito municipal. Por eso
algunas calles de San Fernando siguen
dedicadas a militares que se alzaron contra el gobierno legítimo de la II
República. Eligieron libremente
colaborar con la sublevación y, por tanto, cometieron
un evidente delito de rebelión contra la legalidad, delito que hoy día sigue
impune. Esa decisión les hizo ser presuntos cómplices y/o tener responsabilidad
en las detenciones ilegales, torturas y muerte de aquellos isleños susceptibles
de oponerse al Movimiento Salvador de la Patria. Así mismo, pudieron ser
responsables directos o indirectos de un número indeterminado de incautaciones de
bienes, de cárcel, de exilio. Y como miembros de un plan general abiertamente
criminal, son responsables en función de la punibilidad del plan…
«Líderes, organizadores, instigadores y
cómplices que participen en la formulación o ejecución de un plan general o conspiración,
para cometer cualquiera de los crímenes antes citados, son responsables de
todos los actos realizados por cualquier persona que ejecute dicho plan…». [En Diligencias Previas Procedimiento abreviado
399 /2006 v, de 16 de octubre de 2008. Juez Garzón, citando el Estatuto de Nüremberg (8 de septiembre de
1945)]
En consecuencia, las carreras
profesionales de estos militares parten de un comportamiento desleal e ilícito,
es decir, parten de la máxima vergüenza que puede perpetrar un militar:
quebrantar su promesa o juramento de acatar las leyes, en este caso promesa de
fidelidad a la República para defenderla y servirla bien:
«Prometo
por mi honor servir bien y fielmente a la República, obedecer sus leyes y
defenderla con las armas».
Todos los militares traidores habían
prometido defender precisamente a la República, no a una esotérica Patria
diseñada ad hoc para justificar cualquier acto de rebeldía. Posiblemente
no hay mayor deshonor para un militar que levantar sus armas contra sus propios
compañeros y contra los ciudadanos que le otorgaron su confianza. Estos últimos
militares no caben en el callejero de San Fernando, lo dice la ley que emana de
la voluntad popular, y mantenerlos sería justificar y dar cobertura a la
barbarie que se desplegó en este pueblo a partir del 18 de julio de 1936. Es
nuestro deber, si tenemos ese conocimiento, exponerlo.
Y aún existen calles dedicadas a
personas que avivaron la traición de los militares insurrectos, entendieron
las tropelías de la Falange y demonizaron a los republicanos como antiespañoles.
Por tanto, justificaron lo que estaba pasando en la ciudad, es decir, justificaron
el exterminio físico de los posibles opositores políticos y sociales al Glorioso
Movimiento Nacional. Máxime cuando desde su pretendida ascendencia moral
declamaban justificaciones vistiendo sotana o blandiendo la pluma con destreza.
Consideramos que tales personajes tampoco deberían tener una calle en San
Fernando.
En nuestra opinión, eliminar de
nuestras calles los vestigios de la dictadura franquista «...representa un paso
fundamental hacia la realización del derecho a la verdad de todas las víctimas
de graves violaciones de derechos humanos…» que ocurrieron en San Fernando.
Pero, sobre todo, será un acto de justicia y valentía política que nos acerque
a la conclusión de un ciclo histórico.
CALLES y ROTONDAS DE SAN FERNANDO CUYAS
DENOMINACIONES PODRÍAN SER CONTRARIAS A LAS LEYES DE MEMORIA HISTÓRICA Y
DEMOCRÁTICA DE ESPAÑA Y ANDALUCÍA
Enero de 2021
CALLE
ALCÁZAR DE TOLEDO
CALLE
ALMIRANTE BATURONE COLOMBO
CALLE
ALMIRANTE CERVERA
CALLE
ALMIRANTE FAUSTINO RUIZ
CALLE
ALMIRANTE FRANCISCO MORENO
CALLE ALMIRANTE
GARCÍA DE LOMAS
CALLE
ALMIRANTE SALVADOR MORENO
CALLE
ANTONIO RODRÍGUEZ
CALLE
BATALLA DEL EBRO
CALLE BENITO
CELLIER
CALLE CABO DE
INFANTERÍA DE MARINA BENÍTEZ MORERA
CALLE
CAPITÁN ÁNGEL SEVILLANO
CALLE CASTILLO DE OLITE
CALLE CENTURIA ISLA DE LEÓN
CALLE CONCHA PÉREZ BATURONE
CALLE CORONEL GABRIEL
MOURENTE
CALLE EL PARDO
CALLE FERROL DEL CAUDILLO
CALLE
GENERAL GARCÍA DE LA HERRÁN
CALLE GENERAL PUJALES
CALLE HERMANOS LAGARDE
CALLE HERMANOS
LAULHÉ
CALLE HÉROES DEL BALEARES
CALLE JOSÉ GIL SÁNCHEZ
CALLE JOSÉ QUETAR
CALLE LUIS MILENA
CALLE PADRE
FRANCO
CALLE CAPITÁN CONFORTO
CALLE RUIZ
AHUMADA
ROTONDA
ALMIRANTE GÓMEZ-PABLOS
(Esta lista
está extraída del nomenclátor confeccionado por don Juan José Maruri Niño)