Miércoles,
17 de marzo de 2020. Tercer día de cuarentena. Las calles vacías. Llueve… detrás
de los cristales, llueve y llueve, sobre los chopos medio deshojados, sobre los
pardos tejados, sobre los campos, llueve. Una DANA se ha plantado encima de
nosotros y nos regala sus lágrimas. Invita a mirar a través de los cristales de
tu casa, convertida en una jaula por culpa del coronavirus. Ojalá la lluvia no
cause daños añadidos. Quiero ser optimista con el futuro que siga a la pandemia,
pero me cuesta. Somos frágiles… frágiles y un poco viejos. Hemos aprendido que
para pensar en el futuro hay que tener en cuenta la economía. Y para vencer la
pandemia nos hemos enclaustrado y detenido en seco la espiral creciente de producción
y consumo. ¿De qué va a vivir la gente si no reconstruimos el consumo
incontrolado de cosas y servicios, aun sabiendo que es un camino insostenible? Volver
a lo mismo, a lo que hemos venido haciendo hasta ahora, implica enormes
emisiones de dióxido de carbono, cambio climático, desastres naturales y, sobre
todo, implica desigualdades sociales crecientes y explosivas. El capitalismo, con sus crisis sistémicas
(esos parones para reiniciar el expolio de los más pobres, eliminar a los improductivos
como sobrantes y acrecentar las desigualdades entre grupos sociales), es un
fracaso. Como fracaso fue la praxis comunista ensayada y traicionada siempre…
pero nadie habla del fracaso del capitalismo, ese sistema aniquilador de lo
público y esclavizante de personas. O si lo dicen unos pocos son ridiculizados
por los medios que crean la opinión en manos, por supuesto, de los propagadores
del neoliberalismo más salvaje e inhumano.
Yo
sé —como lo sabe todo el mundo— que la felicidad de la gente no puede basarse
en consumir cosas inútiles o en viajar emulando grandes aventuras con cara de
bobalicones y barriguita cervecera… pero si dejamos de hacerlo nos caemos de la
bicicleta. Es lo que está pasando por culpa del coronavirus… que hemos dejado
de pedalear y nadie ha inventado una alternativa a la bicicleta. Nadie explica
que, a pie, sin bicicleta, también se llega a las grandes alamedas… tal
vez más lentamente, pero sin jadear, respirando, hablando con tu compañero y
mirando el entorno. Nadie explica que existe vida al margen de lo neoliberal. La
vida puede ser más amable. ¡Tiene que ser más amable! La inmensa mayoría de la
gente de este planeta lo quiere… entonces ¿por qué no lo hacemos? ¿Por qué no
jubilamos a los que trabajan con la desigualdad como método y categoría? ¿Por
qué no desplazamos a los que se empeñan en acumular la riqueza explotando a los
más pobres? No sé… tal vez por la
misma razón por la que los judíos fueron dócilmente a los campos de exterminio.
Porque era inconcebible tanta crueldad en los de tu misma especie.
Que un país se
quede en casa es una experiencia que todos vamos a recordar, y saca lo mejor de
cada uno de nosotros. Está claro
que no hay nada más adecuado para cohesionar a un pueblo que un buen enemigo
externo. Esta vez no son pérfidas albiones o altivos gabachos los
atacantes. Esta vez es un virus lo que nos hace comprender de nuevo que somos un
pueblo cohesionado, sin necesidad de banderitas ni fanfarrias. Pero me
temo que la recesión económica que va a llegar será histórica y hará saltar por
los aires cualquier cohesión inicial. Ojalá me equivoque, pero a la solidaridad
cívica y espontanea de los primeros días seguirá el egoísmo propio del animal
atávico que llevamos dentro. Ese sálvese quien pueda es tan contagioso
como la compra compulsiva de papel higiénico. Y, que no nos quede duda, es lo
que conviene a los que mandan en la sombra: que no les identifiquemos como los verdaderos
enemigos y que nos peleemos entre nosotros, con nuestros iguales, por las migajas
que nos dejan.
Lo más probable
es que estemos entrando en una nueva época. Una época en la que los poderosos generen
tal crisis social y económica que, para escapar de ella, se justifiquen
soluciones autoritarias. Ya pasó en la primera parte del siglo XX. Parece que
cada generación tenga que experimentar por sí misma los infiernos que lograron
superar las anteriores…
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