lunes, 24 de agosto de 2020

Los porchecitos de don Luis Berenguer

El 1961 se construyeron en Punta Cantera los dos primeros polvorines Tipo A. Los de ese tipo son muy simples, simulan un túnel excavado en la roca y cubiertos de tierra por todos lados excepto por la puerta. De esta forma la temperatura interior debería permanecer estable durante todo el año. Esto de la temperatura es fundamental para mantener en buenas condiciones las municiones que contengan… es decir, para que exploten cuándo y cómo deben explotar, ni antes ni después.
Interior del A1 antes de ser manoseado por los grafiteros. 2003
Pero el servicio de mantenimiento de los polvorines de Fadricas observó que la temperatura media en esos nuevos polvorines era excesivamente alta y se corría el riesgo de inutilizar las toneladas de munición que contenía cada uno de ellos… ¿Qué estaba pasando? Pues simplemente que nadie había caído en la cuenta de que las puertas metálicas estaban orientadas a poniente, y que el sol inmisericorde de estas latitudes incidía sobre ellas ininterrumpidamente desde medio día hasta el ocaso… En consecuencia, el interior se calentada por la radiación que emitía el metal de la puerta y alcanzaba 5º C más de lo debido.
Celosía de ladrillos propuesta por don Luis Berenguer. 2003
O sea. Expediente va. Expediente viene. Soluciones propuestas por brillantes hombres, presupuestos de obras para hacer una recámara entre la puerta metálica y la munición que amortiguara la cosa… etc. Pero —¡oh, la confluencia cósmica— cuando el expediente llega a manos del jefe accidental de los polvorines de Fadricas, en esos momentos capitán de corbeta don Luis Berenguer [autor de “El Mundo de Juan Lobón”, ingeniero de armas navales, que fue Premio Nacional de la Crítica en 1968, y que prestigió con su nombre un notable premio anual de novela y una biblioteca municipal], propuso algo mucho más simple, bonito y barato: sombrear la puerta metálica mediante un techado levantado con elementos de fortuna y cerrarlo con una celosía de ladrillos. Y así se hizo. La verdad es que era muy raro ver unos polvorines, tan serios ellos, con esos porches delante de la puerta… pero funcionaron estupendamente. La temperatura se estabilizó en niveles adecuados y los porches se mantuvieron hasta el desalojo de los polvorines en 2001.
Vista del porche A2 desde el A1
Pero el tiempo lo disuelve todo. Y en 20 años se han caído las piedras, las palabras han volado y los recuerdos se han diluido. Ya se han caído los porches de don Luis Berengurer empujados por el levante, el poniente o manos humanas. Por eso, sirvan estas palabras para mantener la Memoria de ese bello lugar que es Punta Cantera.

viernes, 21 de agosto de 2020

Todo es volátil y maloliente, estúpido



No hace mucho tiempo todo parecía rocoso y bien asentado. Teníamos conquistados derechos laborales, sociales y políticos que uno, en su ingenuidad, percibía inmutables y servirían de base para continuar la conquista del bienestar… ¡Error!

© Milano, 2010

Con la crisis económica del 2008 se nos esfumó todo lo que creíamos consolidado y comenzamos a comprender que la economía sacudía nuestras vidas a su antojo, y que la felicidad de las personas era algo prescindible en la ecuación. Aprendimos que por encima de la democracia está el verdadero poder que gobierna el mundo y que siempre acaba imponiendo sus necesidades para autoperpetuarse. Esa despreciable élite, que maneja cantidades incomprensibles de dinero, son los intocables de siempre, los que viven en burbujas inalcanzables a la justicia y a los Estados. Esos que si bajaran al suelo real y pasearan por las calles de Los Pajaritos o Los Pitufos serían auténticos seres de otra galaxia. Especímenes que nos mirarían como curiosidades zoobotánicas. Me refiero a la escoria humana que planifica desde impolutos despachos negocios que incluyen genocidios, hambrunas, guerras, éxodos masivos… son los que siempre ganan en cada crisis humanitaria, en cada catástrofe ambiental, en cada calamidad planetaria. Esos a los que habría que someter a juicio por crímenes contra la humanidad… pero no tenemos herramientas para tal menester. Herramientas civilizadas, digo.

Y entonces, el suelo que pisábamos dejó de ser rocoso y se convirtió en fango maloliente. Y de la pestilencia emergió —otra vez— un fascismo con rostro de siglo XXI como solución a los problemas que plantean sus propios amos: acumulación de la riqueza, generalización de la pobreza y la corrupción, y una desigualdad planetaria que crece exponencialmente. Como de costumbre. Ya conocemos la historia. ¡Es la dinámica social, estúpido! En España, simplemente dejaron de camuflarse en la derecha postfranquista y empezaron a hablar sin complejos… siempre habían estado ahí. Pero de estos sujetos ya hemos hablado por aquí en varias ocasiones… y seguiremos hablando porque nos va la civilización en ello.

Pero, en realidad, lo que hoy me motiva en mitad de la pandemia de COVID-19, son los nuevos iluminados que surgen al rebufo de ella. Lo de la Torre de Babel —ya sabéis, cuando los hombres dejaron de entenderse porque cada uno empezó a hablar su propia lengua— es una simpleza comparada con lo que está pasando en el parlamento, en las redes sociales y en los medios de comunicación. Y lo que está pasando es que ya no existe la verdad (si es que alguna vez existió). Está pasando que los hechos objetivos se han evaporado y son sustituidos por el imperio de la mentira y la confusión elevado a la categoría de verdad absoluta y creíble. La nueva verdad depende de la voluntad del dueño del medio comunicación o de la cantidad de veces que se rebota un bulo. Es el amo el que impone su ideario para crear una opinión adecuada y, sobre todo, para crear ciudadanos imbéciles y de voto dócil… ¡Pero, criatura! ¿Tú que haces votando lo mismo que vota Patricia Botín? ¡Que eres carajote! Y entonces, el suelo que pisamos ya no es fango maloliente, es básicamente hez humana. Y nos hundimos.

Malos tiempos corren para la ciencia y el conocimiento empírico… por eso, en esta sopa humeante de heces, están floreciendo esos iluminados que animan a quitarse las mascarillas y sonreír con alegría, apelando a la pirámide de luz diamantina que los protege de… ¿de qué? De nada, porque todos estos saben que la pandemia es un invento de los poderes para dominar a los ciudadanos inteligentes, como ellos, con una falsa vacuna y un microchip implantado de mala manera en cada uno de los ciudadanos del mundo para convertirlos en esclavos… [¡Ostras! No sé dónde iba lo del 5G] ¡Menos mal que están ellos para avisarnos y convertirnos a su fe!

Pues sí. Creo que sí, que la estupidez humana es infinita… y la falta de sensatez, también. ¡Qué cansado estoy ya, coño!