martes, 26 de septiembre de 2017

El recuerdo de mi padre es patrimonio de mi hijo



Cuando nació Álvaro, entendí que el recuerdo de los mayores es el valioso patrimonio de mis hijos. Por eso llegué a tiempo para hablar con mis dos abuelas. Eran muy mayores ya, pero conservaban sus recuerdos intactos. Abuela, cuando eras una niña, ¿qué te contaba tu abuela de sus abuelos? Recordaban con más claridad conforme iban entendiendo mi interés… y ambas me dibujaron las líneas maestras de una España de principios del siglo XX, pobre, sumisa y profundamente inculta. Hasta que llegaban a la Guerra Civil y Franco. En ese punto comenzaban los susurros y las evasivas. Hoy lamento no haber entendido en ese momento qué les pasaba…

Fuente de la imagen: Blog ‘Anotaciones al margen’ / 8 junio 2014

Pero, al menos, tuve la precaución de escucharlas antes de morir, y tengo su memoria para mis hijos. El recuerdo no es arquitectura, ni pintura, ni literatura, ni cualquier otra manifestación intangible del constructo cultural humano… no es nada de eso, la memoria viva,  llena de matices, colores y recreaciones personales, se suma al dato documental para reconstruir la Memoria Histórica reciente y enraizarnos en ella…

…es verdad, con la Guerra Civil y Franco comenzaban los susurros y las evasivas de mis abuelas. En España —ese país inconcluso y sin rematar históricamente— nos falta la memoria de la generación exterminada por la sublevación militar y fascista de julio de 1936. No sólo eliminaron físicamente a republicanos y masones, además castraron emocionalmente a sus familias y robaron a los hijos la memoria de sus padres. Hoy, algunos descendientes con suerte, podrían tener los huesos de sus abuelos, pero no su memoria. La sublevación militar la eliminó.

Paco supo que a su padre lo asesinaron contra la tapia del cementerio de San Fernando porque lo leyó en un libro —Trigo tronzado, de Pepe Casado Montado—. Un libro que, para colmo,  estuvo secuestrado y prohibido en esta ciudad de San Fernando (Cádiz).

Hasta hace unos meses, Mame no sabía que dos hermanos de su abuelo fueron asesinados durante la represión franquista. No sólo los mataron contra la tapia del cementerio, además, convencieron a la familia de que era merecido.

La familia de Lupe se dividió en dos ramas antagónicas; por un lado los que se avergonzaban de tener rojos represaliados y, sobre todo, de tener a una de sus mujeres violada por un criminal fascista; y por otro lado, los que sintieron en su propia piel la represión de ese régimen criminal. Y lo mismo pasó con la familia de Manuel, que hoy día siguen sin hablarse los que perdieron a sus abuelos y tíos y los que dijeron que algo habrían hecho para merecerlo…

Y en todos los casos, los protagonistas más cercanos al crimen, llegan a los mismos susurros y evasivas cuando la conversación alcanza a los muertos sin memoria. El mismo miedo a recordar el crimen. Idéntico afán por olvidar el Patrimonio de la Memoria —pasar página, mirar al futuro, aquello ya pasó…—. En San Fernando, y en todas partes, hubo un intento meticuloso de extirpar la memoria de los muertos republicanos y, a pesar de todo, hoy, en San Fernando, gracias al empuje de familiares y mucha gente, empezando por el Ateneo Republicano y finalizando por AMEDE (con la indispensable colaboración de Ayuntamiento, Diputación y Dirección General de Memoria Democrática de la Junta de Andalucía) se están sacando los restos retorcidos de los hombres arrojados como animales en las fosas comunes del cementerio; recuperando su memoria y dignificando su recuerdo. Esos huesos de las fosas comunes de San Fernando son una pequeña esquirla del Patrimonio Histórico de España. Una muestra del genocidio social que ocurrió en esa Unidad de Destino en lo Universal que era el país de los fascistas de entonces. Los familiares vivos, tan víctimas como los muertos, merecen saber dónde están sus difuntos, para sacarlos, identificarlos y darles la sepultura digna que merecen.

Los huesos que estamos exhumando de las fosas comunes de la Isla, hablan. Ya no son susurros ni evasivas a media voz. Lo dicen absolutamente todo, y lo dicen a gritos. Esa Memoria Histórica, incrustada en los huesos y rebozada de cal y zahorra, es un valioso patrimonio de todos los isleños.

viernes, 22 de septiembre de 2017

El extremo que blasfemó en un partido de futbol



Nueve de febrero de 1941, en la España del 5º Año Triunfal. Campo de fútbol “Madariaga”, San Fernando. Juegan el Club Deportivo Arsenal de San Fernando y la Real Sociedad San Carlos de Cádiz. Durante el primer tiempo el  extremo derecha de la R.S. San Carlos falla una clarísima ocasión de gol, y no se le ocurre otra cosa al pobre chaval que soltar un sonoro me cago en dios que, por encima del griterío general, llegó a oídos del celoso policía que vigilaba el orden público desde la banda.

Imagen del antiguo estadio Madariaga de San Fernando. (c) Foroazulino.com

¡Pobre chaval! No lo podía saber, pero sólo trece días antes, el Subsecretario de la Gobernación había enviado una circular a los gobernadores civiles de todas las provincias de España en la que reflexionaba sobre «…la punible laxitud en los resortes de la Autoridad, paralela a un aflojamiento de los ideales religiosos» que había permitido que la gente usara palabras soeces y murmuraran públicamente contra las autoridades «…lacra de las conversaciones de corro, café o tertulia». Pero sobre todo, el señor subsecretario estaba muy preocupado por la mayor de las maledicencias posibles, las que se dicen «…contra el Cielo profiriendo blasfemias que lleva injuria para Dios o sus Santos». No le gustaba al hombre que sus convecinos blasfemaran abiertamente. No señor. Y añadía en su circular que «…para extirpar en su raíz estos sedimentos de ponzoña, reliquia de pasados achaques, los Gobernadores Civiles […] desplegarán el mayor celo en la vigilancia y una acentuada severidad en el castigo de la […] blasfemia, aunque no produzca escándalo público, decretando arrestos e imponiendo multas con toda la amplitud que permiten sus facultades gubernativas». O sea… 

El cuatro de febrero la circular llega al alcalde de San Fernando y Jefe Local de la F.E.T. y de las J.O.N.S., José Quetar. Que a su vez la remite al jefe de la policía y al comandante de la Guardia Municipal, para que tomen buena nota y actúen celosamente en consecuencia…

…es entonces cuando el pobre extremo derecha de la R.S. San Carlos falla un gol cantado y se caga en dios. Podía haberse cagado en todos sus propios muertos, pero no, se cagó en dios. En rigor —perdonen ustedes lo escatológico del asunto— no se indica en todo el expediente en qué dios se caga el extremo derecha. Al fallar un gol cantado la blasfemia debe ser rotunda y concisa para que consiga el efecto de relajación que se busca. No es esperable que el blasfemo concrete nada más… me cagó en el dios Astarté de los fenicios, por poner un ejemplo, resulta demasiado largo y pierde efecto. Cagarse en dios de manera inconcreta en lo más socorrido.

Pero el policía, dando por hecho que se cagaba en el dios católico de todos los españoles (tampoco atiende al detalle de si lo hace en el padre, en el hijo o en el espíritu santo), lo denuncia…

Iltmo. Sr. Alcalde de San Fernando:

Tengo el honor de poner en conocimiento de V.I. que el partido celebrado en el día de ayer en el campo de Madariaga entre los equipos C.D. Arsenal y R.S. San Carlos de Cádiz terminó sin novedad alguna, si bien debo significarle que durante el primer tiempo uno de los jugadores del de San Carlos de Cádiz, blasfemó de Dios en voz alta, procediendo a tomarle su nombre una vez terminado el tiempo por si estima V.I. imponerle una sanción.- El individuo denunciado dijo llamarse JOSÉ GÓMEZ PIÑERO, y que su domicilio era en la R.S. de San Carlos de Cádiz.-

Por Dios, España y su Revolución Nacional Sindicalista.

San Fernando 10 Febrero 1941
El Agente Jefe


No se hable más. El señor alcalde impone al blasfemo una rotunda multa de cien pesetas «por alteración del orden y decoro público, blasfemando en voz alta contra el Santo Nombre de Dios durante el primer tiempo del partido de futbol celebrado el día 9 del actual en el Campo de Madariaga…». Acto seguido envía la notificación de la multa al señor alcalde de Cádiz, para que localice al blasfemo y se la entregue. El pobre José Gómez Piñero recibe la notificación el 18 de febrero. A partir de ese momento, tiene diez días para pagar las cien pesetas.

Pero, como errar es de humanos, la policía advierte un error involuntario «…por parte del Sr. árbitro de dicho partido al emitir el nombre del jugador extremo derecha que blasfemó de DIOS en voz alta durante el primer tiempo, debo significarle que habiendo dado el nombre de JOSÉ GÓMEZ PIÑERO como el jugador alineado por su club, y resultando haber jugado en su puesto el JUAN GALINDO MORA, verdadero blasfemo en el día citado, debe imponérsele la sanción correspondiente a éste último, y no al expresado Gómez Piñero que fue al que se propuso…». Todo esto sin entrar en el posible conflicto deportivo de jugar uno en lugar de otro…

Como el nuevo blasfemo también era vecino de Cádiz, se vuelve a pedir al alcalde de la capital que lo localice y le haga entrega de la multa. Acusa el recibo el 27 de febrero… pero pasa el tiempo y el blasfemo no paga. ¡Eso cómo va a ser! ¡Nadie se va a reír de las autoridades que han ganado una guerra contra las hordas marxistas! Y menos un blasfemo que, además, falla un gol a puerta vacía. ¡Nos vamos al Juez de Municipal para que ponga orden y lo embargue!


Alcaldía de de San Fernando
Sección 2ª Negociado 2º
Orden Público / 472

Con fecha 21 de febrero último y bajo el nº 127, impuso esta alcaldía al jugador de futbol D. JUAN GALINDO MORA, vecino de Cádiz, con domicilio en la calle Isabel la Católica nº 19, multa de CIEN PESETAS, por alteración del orden y decoro público, blasfemando en voz alta contra el Santo Nombre de Dios durante el primer tiempo del partido celebrado el día 9 del expresado mes en el campo de Deportes de Madariaga, sito en esta localidad.

Y comoquiera que, recibida por el interesado la notificación respectiva el día 17 del indicado mes de febrero, y transcurridos con exceso, diez días desde aquella fecha, sin que la haya hecho efectiva, requiere de V.S. [Juez Municipal de San Fernando] para que proceda a su exacción por vía de apremio, siendo adjunta la citada notificación.

Por Dios, España y su Revolución Nacional Sindicalista.
San Fernando, 13 de marzo de 1941
(Rubricado por el alcalde José Quetar)


Pero el juez no hace puñetero caso al alcalde. Y, éste, al cabo de un mes (el 14 de abril) reitera su petición de apremio y añade «…y como hasta el presente no se ha hecho efectiva en esta Alcaldía la multa de referencia […] no obstante haber transcurrido con exceso treinta  días de su fecha, se lo reitero, esperando merecer de la reconocida atención de V.S. se digne corresponder al mismo a la mayor brevedad posible, a sus debidos efectos».

Pero tampoco le hace caso el juez. A lo sumo, los funcionarios anotan al margen del documento, que el juzgado lo devuelve el 5 de mayo indicando que el pago de la multa lo tramite la alcaldía de Cádiz…

En vista de la situación, al día siguiente el alcalde establece un nuevo camino para cobrar la multa, y deja dicho «que, puesto que la denuncia fue producida por la policía, hiciera ésta la gestión cerca de la de Cádiz, a fin de que a la mayor brevedad, hiciera el interesado efectiva la multa en el papel de pagos municipal…». A continuación hay una siniestra anotación al margen del documento que dice: «…nota entregada el día 7-5-41 en la Policía, a D. Enrique [García Escribano], quien llamó por teléfono al Sr. Macía, de la Comisaría Cádiz, para que le trajeran al multado…»

¡Que le trajeran al multado! No sabemos qué pasó en ese encuentro, ni de qué hablaron el policía de San Fernando y el blasfemo de Cádiz, pero a los pocos días el alcalde de la capital comunica al de San Fernando que el sujeto había pagado la multa.

Es lo que tenía vivir en esa España de 1941 —que era Unidad de Destino en lo Universal y Reserva Espiritual de Occidente—, que se podía torturar y llenar las cunetas con rojos asesinados. ¡Pero, por Dios, blasfemar no!


viernes, 8 de septiembre de 2017

Exhumación



Hay un cráneo humano en el fondo de la fosa. Tiene un tiro de gracia en el parietal izquierdo. Está inmóvil, con la quietud de cadáver viejo. Imagino la emoción de Asun, rodilla en tierra, cuando pasa la brocha por encima, quita la última capa de tierra amarilla y lo ve aparecer…

Origen de la imagen: Fosa de Puerto Real(Cádiz) / Relatoras Producciones / @RelatorasProd

…imagino el alarido de angustia escapando por ese orificio de bala después de ochenta y un años atrapado. El alivio de una claustrofobia de tumba terrosa que oprime el alma. Soy capaz de sentir el aire fresco que le inunda después de lustros de putrefacción. Me hace feliz imaginar la explosión de libertad y la gratitud a raudales que fluye del orificio. Imagino el cuerpo hablando y riendo a borbotones a través de él. Y comprendo muy bien cómo el hueso muerto agradece las caricias que le ofrece Asun, aunque sean roces con una brocha. Podría ser el abuelo de su madre, por eso hay una lágrima viva que se le escapa a la joven y humedece el cráneo seco de tanto esperar. El de Asun es el primer gesto humano que recibe el muerto después del brutal disparo asesino…

…el asesino. Es lo primero que veo cuando me enseñan la foto. Me habría gustado empatizar con la víctima desde el principio, pero no ocurre así. Lo primero que imagino es al criminal fascista sintiendo un placer reptiliano con la detonación del disparo recorriendo su cuerpo; y, cerrando el éxtasis de placer animal, lo imagino oyendo el impacto seco del proyectil perforando la cabeza. Rojo maricón de mierda, ríete ahora…

¿Quién coño disparó? ¿Quién? Me gustaría ver su cara porcina para odiarlo más, pero no es eso lo que debo sentir. Y hago un esfuerzo para pasar página porque hay que pensar diferente si queremos superar la diferencia. El problema es que sabemos quiénes dispararon. Sabemos incluso sus nombres… pero callamos por respeto a los hijos de los hijos de los criminales. Ya no estamos en ese tempo. Callamos porque lo que buscamos no es venganza, buscamos liberar a esos hombres de la tumba de cal y zahorra, y  recuperar para ellos la dignidad que le arrancaron. Ha pasado mucho tiempo y lo que nos mueve, aunque se nos revuelvan las entrañas, es Perdonar lo imperdonable (1)

Hay otros cuerpos junto al cráneo de Asun. Sus compañeros en la tierra húmeda están tirados en la misma fosa común, y sus restos hablan, aunque sigan inmóviles y callados. Cada hueso es un receptor de las injusticias que recibieron. Cada fragmento explica, en cada uno de sus detalles, los  dardos de odios disparados en vida. Cada cuerpo es un emisor de la culpa que otros no pagaron, por eso los asesinos y sus herederos ideológicos, y los que entienden a los asesinos, y los tibios, y los defensores de la equidistancia (todos cometieron crímenes horrendos) no los quieren fuera de la tumba; los prefieren tapados y olvidados en las cunetas. Les aterra las cuencas vacías y el dedo descarnado que les apunta desde la fosa abierta. Por eso dicen que hay que dejar a los muertos en paz… porque no podrían sostener su mirada hueca.

Hemos sacamos de la tumba a los tres primeros. Bajaron a la fosa los técnicos y el forense, para estar junto a los restos. Los demás, familiares y amigos, arriba, rodeando la fosa. Todos en silencio, que hasta se percibía la caricia de la brocha perfilando cada hueso antes de extraerlo de su lecho. Hablábamos en susurros… estamos viviendo una realidad que no existía, decía Paco. Al padre de Paco se lo llevaron y lo asesinaron contra la pared del cementerio, justo ahí detrás, a diez metros. Y aún nadie sabe por qué. Tengo ganas de llorar, jolines, me dice Ana. Al abuelo de Ana lo trajeron ya muerto del Penal… no era político, ni militar republicano, ni sindicalista, ni nada. El abuelo de Ana vendía espárragos y tagarninas en el Puerto de Santa María, mientras en Pruna (Sevilla) su difunta madre dejó alquilado un caserón a unos masones… por eso mataron al abuelo de Ana, porque su madre alquiló una casa a unos masones. Y por eso Ana tenía las lágrimas a flor de piel esa mañana

…pero esos cuerpos no sólo hablan a los familiares directos como Ana o Paco. Ni sólo susurran a los que expurgan la tierra. Ni sólo emocionan a los que se asocian para sacarlos. Esos cuerpos ni siquiera pertenecen a los que pagan los gastos… los huesos que hoy liberamos pertenecen a la historia de este país, y de nada sirve mantener sus historias en un cajón a la espera de oportunidades mejores. Las cuencas vacías tienen derecho a mirarnos a todos, tristes, pero altivas. Hoy. Ya. Sin esperar a mañana.

Sí… no sólo exhumamos a los tres primeros represaliados por el franquismo en mi pueblo. Sacamos a la luz una esquirla del genocidio español y comenzamos a cumplir un compromiso mil veces contraído por las víctimas silenciadas: ¡Cuando yo muera, prométeme que seguirás buscando a tu padre!

Hoy, aquí, hemos comenzado a cumplir la promesa.





(1) Perdonar lo imperdonable -Claudia Palacios- es una crónica de la reconciliación colombiana después del largo conflicto armado.

viernes, 1 de septiembre de 2017

Anika

Este artículo se publicó en La Voz del Sur

Anika tiene cinco años y nació en el primer mundo. No elegimos nacer en un sitio u otro, simplemente aparecemos por aquí. Y, aunque ella no lo sabe, es una privilegiada por haber nacido en ese lugar. Viéndola crecer me parece que nuestra tarea, como familia que la sostiene y como sociedad que la ampara, sería educarla para que piense por sí misma. Yo no sé muy bien cómo se hace eso, pero habría que hacerlo. Tal vez así, Anika llegue a tomar conciencia de su privilegio y, seguidamente, tal vez —sólo tal vez— desarrolle una capacidad crítica que le lleve a adoptar un compromiso con su mundo: luchar activamente por una sociedad más equilibrada. Es decir, por una sociedad en la que cualquier hombre, nacido en cualquier lugar del mundo, tuviera las mismas oportunidades de alcanzar un mínimo de felicidad. No sería una felicidad estandarizada, como nos gusta pensar a los occidentales, pues cada pueblo tiene su propia idea sobre qué cosa debe ser la felicidad. Ya sé que es una entelequia aspirar a que los privilegiados se comprometan a compartir  sus privilegios… sería muy difícil, cierto, pero sería drásticamente honesto. Y honestidad es algo que necesitamos en la sociedad que hemos construido…



…pero educar a los hijos es tarea compleja cuando las influencias extrañas a la familia son más potentes, más atractivas y masivas. Me temo que esas influencias tienden a diseñar sociedades aculturadas, acríticas y sumisas. La vulgaridad y la simpleza del pensamiento es el devenir inevitable de la sociedad capitalista que nos gobierna. Es el pan y circo de cualquier historia. Es el soma para los epsilones de Huxley. Los televidentes no se movilizan porque la realidad que se les muestra es amable y fácil de asimilar y, sobre todo, porque no hay motivos para cambiarla. Los durmientes no molestan, sólo calientan el skay y hablan de fútbol, carnaval o Semana Santa. Los consumidores cumplen con la tarea diseñada para ellos… y así el mundo sigue girando la mar de bien para los pocos que lo manejan. Es un fracaso para cualquier generación que sus hijos acaben pensando que el éxito es pagarse sus propias cervezas y olvidarse del mundo. Uno piensa que sería estupendo despertarlos.

Sí… es lo que uno piensa sentado a la sombra de don José Enrique Varela, bilaureado general español, conspirador contra la II República, represor de masones, receptor de sobornos británicos; aceptador de casa, jardines y monumento ecuestre sufragados con el expolio de sus miserables conciudadanos, y un ejemplo pésimo para las nuevas generaciones…

…discurre a la sombra de Varela gente amable. Es la gente de una pequeña población del sur. Hombres y mujeres preocupados de sus pequeñas cosas, que son las más importantes para cada uno de nosotros. La gente aspira a vivir en paz con sus vecinos y, la realidad es que, para casi todos nosotros el mundo se termina detrás de la siguiente esquina. No llegamos a entender las grandes causas cuando, por ejemplo, tenemos mala salud o no hay dinero para llegar a final de mes. Lo que pase más allá de la esquina no es mi asunto, es otra gente, es otra dimensión. Que cada palo aguante su vela, porque uno tiene suficiente con atender sus propios problemas. Es la sociedad despojada de su poder, atomizada y ensimismada en su propio ombligo. Es una sociedad derrotada y sin conciencia. ¡Prueba superada! Han conseguido que ese comportamiento sea el normal, el que nos dicta el sentido común que han diseñado para nosotros. Y así, desgraciadamente, no hay forma de cambiar el mundo, ni siquiera la realidad más cercana a cada uno de nosotros.

Por eso Anika —y todos los de su generación— deberían crecer con su propio pensamiento. Si es así podremos tener una posibilidad de que tal pensamiento les haga ser críticos con su realidad. Y si lo consiguen, tal vez se impliquen todos en la tarea de cambiarla.


Sería la demostración de que aún tenemos esperanza, como pueblo y como especie.