viernes, 8 de marzo de 2019

Acción Ciudadana y el bello sexo, o la mujer como florero


A finales de 1931, apenas iniciada la II República española, faltaba en San Fernando un partido de inspiración y obediencia católica. Algo que aglutinase sin complejos como se dice ahora a las derechas dispersas, e hiciera frente a socialistas y republicanos de izquierda que gobernaban el municipio. Por eso se creó la agrupación local de Acción Ciudadana, con valores ideológicos coincidentes a nivel nacional con los de la futura CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas), que dirigirá más adelante Gil Robles. La presentación ocurrió el domingo 20 de diciembre de 1931, en un mitin celebrado en el Teatro de las Cortes, y que relata magníficamente el Heraldo de San Fernando…

…y la mujer fue figura determinante.

Mujeres celebrando la llegada de la II República

Tal agrupación política aglutinaba fundamentalmente a las clases acomodadas de la ciudad, comerciantes, industriales y militares retirados de la Marina —personas de orden y de recta moral, se decía—. Más o menos lo que hoy serían los tres partidos de la derecha carpetovetónica, la que va sin complejos. El mitin fundacional fue un rotundo éxito de concurrencia «…por la valía de las personalidades congregadas, y principalísimamente por la concurrencia del bello sexo, que por primera vez en San Fernando acudió en crecido número a un acto político, evidenciando con ello cómo la mujer isleña se preocupa del porvenir de la Patria…».

Por lo que se ve, no había jornaleros, braceros, cargadores de sal ni albañiles o panaderos en el patio de butacas, ni siquiera en las filas más alejadas… y sus mujeres, tampoco. El cronista, siguiendo con su delirante entusiasmo, explicó que la presencia de tantas mujeres aportaba la encantadora perspectiva de su belleza y, lo que era más importante, dice que ese exquisito perfume de feminidad, hizo que los oradores (todos ellos masculinos, por supuesto) elevaran su discurso, humanizaran sus ideologías y evitaran toda suerte de estridencias…

Presidió el acto don José Cousillas, capitán de navío retirado. Y don Francisco Hierro Benítez, concejal socialista (de cuando el partido socialista era una cosa revolucionaria), asistió como delegado de la autoridad municipal, que era una presencia preceptiva en todo acto público. El señor Hierro se tragó todos los sapos que se dijeron.

Intervinieron varios oradores. Un practicante gaditano llamado don Marciano Martín Gil, que «…con verbo fluido y primoroso saluda con galanes frases al auditorio, y muy en especial a la mujer, a quien dedica párrafos de rendido lirismo que son justamente ovacionados». Continúa explicando el orador que a ellos les repugna el sectarismo de las doctrinas socialistas y concluye su discurso con un «…brioso llamamiento a la mujer, a los jóvenes, a obreros y patronos; a los hombres todos de buena fe para que salven la Patria y los ideales que sustenta la acción ciudadana».

Otro de los oradores, don Luis Pereira Darnell, capitán de Infantería retirado, invocó especialmente a la Virgen del Carmen y apeló a la defensa de la Patria, de la religión, la familia y del orden. También este discurso mereció la ovación de los concurrentes, por supuesto. Finalmente habló don José Llauradó, capellán mayor de la Armada, retirado ya —la iglesia no podía faltar en el aquelarre conservador—, que se quejó de la invasión de la política en los templos religiosos «…apostrofándola [la intromisión] con tal energía que el delegado gubernativo [señor Hierro] llamó la atención de la presidencia sobre la corrección de las formas». Siguió el clérigo, ya con un verbo más suavizado, manifestando la necesidad de defender la civilización de Cristo, el orden y el trabajo. El acto finalizó «…con un grito que hoy resulta espectacular: ¡Por mi Dios, por mi patria y por mi dama!». Mismamente como el mío Cid.

Sin duda, para las derechas de 1931 el bello sexo era un bonito adorno… Para algunos el tiempo pasa en balde.

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