Hay dos hombres hurgando en la basura de un contenedor. Ambos de tez curtida por mil días, y resecadas por los aires de mil aceras. Uno de ellos mira al otro, más diestro en valorar lo que encuentra y en decidir qué es válido y qué es basura de verdad. Parece un profesor ilustrando a su pupilo…
…les veo al pasar. Hablan español, como yo. Son mis compatriotas. Apenas diez pasos y diez segundos después he pasado a otra dimensión, estoy a distancia segura del submundo anterior. No les he mirado directamente porque me avergüenza la situación. No lo puedo evitar: de alguna forma me siento responsable. Mantengo la mirada baja, como si aparentar ensimismamiento en mis cosas me aislara de la realidad…
…es lo que hacemos pocos o muchos. Vamos por las calles constatando que vivimos en mundos paralelos que se solapan precisamente en el cubo de la basura, y luego seguimos nuestro camino. Lo hacemos con los sin techo que duermen en cajeros y rebuscan en los contenedores. Lo hacemos con los refugiados que pierden su país y buscan otro que sea más decente. Ocurre con los sedientos y con los hambrientos de esos lugares sin cosechas porque los poderosos quieren el mineral de más abajo. Lo hacemos mucho —desviar la mirada del cubo de basura, digo—… lo hacemos con todos aquellos que únicamente tienen una vida desgraciada y nos incordian porque quieren vivirla con dignidad. Y veo, y escucho y leo a muchas o pocas personas que me rodean, cómo criminalizan a estos pobres miserables porque buscan aquí, entre nosotros, el pan, el agua, el trabajo y la seguridad que a nosotros tanto nos ha costado.
— Mientras tengamos a nuestros miserables rebuscando en las basuras ¿cómo coño vamos a darles un sueldo de 400 euros a los miserables extraños? Además, si les dejamos entrar, se nos van a colar los terroristas esos que degüellan y queman cristianos… ¡¡¡Santiago, y cierra España!!!
Pero esta gente son las víctimas, no son los criminales…
Yo no apelo a la solidaridad de la gente para solucionar esto, ni a la comprensión ni a la empatía. Exijo a los que gobiernan que muten sus entendederas y alcancen de nuevo la condición de humanos críticos y sintientes. Porque NO ES POSIBLE aceptar que este sistema económico mundial sea capaz de generar cien billones de dólares en tiempos de crisis (succionados de las rentas más bajas) para que queden a disposición de muy pocos humanos. Esos son los realmente miserables y terroristas, a ver si los señalamos de una jodida vez. NO ES POSIBLE aceptar que, al mismo tiempo que se genera esa cantidad inentendible de recursos económicos, este sistema no sea capaz de intentar una mínima redistribución de la riqueza y una mínima mengua de la miseria. No es posible. No es posible. No es posible…
Los enemigos no son los miserables que buscan en las basuras, ni los que huyen de un país. Seguimos sin identificar al verdadero enemigo del planeta, de los pueblos y de la gente. Los enemigos son la dictadura de una élite criminal financiera y sus cómplices, los que callan y les siguen el juego sucio haciendo políticas de franquicia neoliberal… Y ellos son los que gobiernan el mundo aprovechando nuestra ceguera.
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