En las cercanías del Congreso de los
diputados —Madrid— miles de ciudadanos se manifiestan. Muchos cuestionamos que
los políticos que allí se refugian representen realmente a la gente que les
votó. Muchos pensamos que la democracia que tenemos es un remedo de democracia
porque los políticos reciben votos para realizar unas tareas concretas de
gobierno —o de oposición— y hacen lo contrario. Muchos consideramos que hay
políticos electos que se erigen en una casta privilegiada y se arrogan el
derecho a ejecutar políticas que nada tienen que ver con el compromiso que
aceptaron en las urnas, ni con los intereses de la gente: pareciera que tengan
carta blanca para hacer tropelías y deshacer derechos durante cuatro años… Esta
gente es la correa de transmisión de políticas que beneficia a la plutocracia,
la élite privilegiada que maneja el dinero sin pasar por las urnas. Por eso la
policía —funcionarios al servicio del poder establecido— recibe la orden de
reprimir a los ciudadanos que intentan rodear el Congreso de los Diputados. Nos
reprimen porque de esa manera, a porrazos, nos convierten a todos en
delincuentes —y flaco favor hacen los violentos que tiran adoquines o intentan
quitar vayas—. Porque si no nos convirtieran a todos en delincuentes seríamos
un ejemplo para muchos más, y un peligro para que la contestación pacífica
crezca y escape a su control policial. Nos quieren en casa, callados, sumisos y
resignados… ELLOS, los malos políticos, son el peligro. Ellos son los
criminales, los que golpean la democracia hasta reducirla a un remedo formal y
poco más…
…y mientras eso ocurre, en una pequeña Sala de
Exposiciones de El Pópulo, el barrio más antiguo de Cádiz, mi maestro y amigo Ángel expone una colección de fotos. Son fotos de
Cádiz a media altura. Las azoteas del viejo Emporio del Orbe aparecen
luminosas, con líneas perfiladas, con la realidad realzada; limpias de aderezos
humanos; sobre cada foto ha conseguido planos de luz nítida que se superponen
con sorpresa porque la profundidad ha desaparecido. No sé… me estoy dando
cuenta de que no sé explicar una imagen, que no sé convertirla en palabras. Por
eso habrá que ir a verlas, porque producen un efecto extraño: te atrapan, y uno
no encuentra el momento de dejar de mirarlas.
La exposición se llama “Cádiz al likindoi”… que es una
frase muy gaditana que significa “estar atento observando todo”. Y es una
corrupción de la expresión inglesa “looking day”, que usaban en el XVIII los
comerciantes de la ciudad el día que subían a las torres vigías para otear el
horizonte buscando la llegada de los barcos de las Américas y vender cuanto
antes las mercancías…
Una pareja madurita compra dos cuadros. El hombre se
da cuenta del enorme trabajo que tiene cada una de las imágenes, y lo aprecia.
Llega un grupo de colombianos; son rectores y decanos
que participan en un congreso de la Universidad de Cádiz… los colombianos
tienen un hablar dulce y cariñoso. Da gusto escucharles. También llega Claudia
con su madre. Claudia tiene un mes y es un bebé precioso. Laura está encantada
con su hija. Laura es una pequeñaja de hablar pausado y bajito, pero, ahí donde
la ves, dirige varios doctorados y otros varios trabajos de investigación…
A Elementafresca le faltan
unos créditos para finalizar medicina, y está indignada con la situación del
país. Lo hablamos un ratito. Cuando acabe la carrera sus padres le van a
regalar una Nikon de 12 Megapixel, seguro. Elementafresca es una chica muy guapa y
decidida, Pablito tiene suerte (…a
veces la suerte hay que buscarla y así nos la merecemos más.
A María y Angelito les revolotean mariposas por el
estómago… miran las imágenes del autor, vale, pero yo creo que lo único que
perciben es la piel contra la piel... hay muchas maneras de tomar la mano del
otro. Se nota. Uno nunca olvida esas sensaciones. Deberían durar toda la vida…
Jose ha dado un paseo por el Pópulo. Dice que hay
varias terracitas por las callejuelas. Luego nos tomaremos una cerveza sin
alcohol en una de ellas… A Toñi le encanta charlar con la gente, se la ve
contenta. La Balita se lleva a Claudia, y le da un paseo en el cochecito,
mientras Laurita disfruta de las imágenes de Ángel. A Claudia le relaja el
empedrado de las calles del Pópulo, es lo que tienen los bebés, que se
tranquilizan con los baches. Quique, que ha llegado con los colombianos, anda
sin tiempo para nada porque se ha metido a vicerrector de algo y ya sabemos
cómo absorben estas cosas si uno se lo toma con responsabilidad…
Mi maestro, el autor de la exposición, anda satisfecho
y contento, se le nota… sin embargo, a mi amiga Chani no la veo feliz, a veces
la vida tiene sus momentos malos. Yo creo que Ángel ha conseguido unas imágenes
extraordinarias. Es su mejor exposición, sin duda… se está dejando bigote
porque dice no sé qué cosa de un granito en el labio. Ya tuvo bigote, pero
entonces era negro, ahora le está saliendo un mostacho canoso… no creo que a
Chani le guste.
Y, la verdad, no sé con qué
realidad quedarme…
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