lunes, 1 de junio de 2020

Tontos útiles que repiten los mantras hasta convertirse en adoradores de la bota que les aplasta el cuello




A servidor le parece que en la España del siglo XXI el fascismo se fusiona con las formas de VOX y PP. Y no es un fenómeno aislado, Trump, Bolsonaro, Jhonson, Salvini, Le Pen y Orban son el nuevo fascismo en sus respectivos países. Desgraciadamente, en el nuestro, las derechas tienen sus raíces intactas y ancladas profundamente en el fascismo patrio del pasado. Son derechas involucionistas y viejas. El fascismo es el cáncer de la sociedad democrática… corrompe la convivencia, hace enemigos a los vecinos bien avenidos y acaba con la civilización para volver a la barbarie. Lo hizo en el siglo XX y lo hará otra vez si no somos capaces de convencerlos. Solo así se conseguiría diluir al nuevo fascismo con dosis de razonabilidad y se conseguiría encauzarlo hacia la decencia, porque es mejor vivir en tolerancia que en la confrontación que plantean.



Los poderes reales son accidentalistas —se desenvuelven en cualquier sistema político con tal de que no vulneren sus intereses particulares—. Si les viene bien una dictadura, la mantienen. Si ahora conviene una transición política, la abalan. Si luego tienen que ser demócratas, son los primeros… y si ahora no hay una forma legal para desalojar a los bolivarianos (me refiero al gobierno de Pedro Sánchez, ya saben ustedes), aquellos patriotas, defensores de sus propios intereses, harán lo que tenga que hacerse. Es decir, una estrategia de acoso y derribo visceral, mantenida en el tiempo y miserable en el contenido, hasta donde haga falta (no es la primera vez que lo hacen contra gobiernos tibiamente sociales). Y continuarán hasta que la opinión pública quede suficientemente convencida, con campañas bien financiadas, con bulos y con mentiras abiertas, de que el desorden y el desgobierno que ellos mismos han contribuido a crear, ellos mismos lo arreglarán. Lo de costumbre: se trata de crear tontos útiles que repitan los mantras creados ad hoc hasta convertirlos en adoradores de la bota que les aplasta el cuello.

Y si no pueden hacerlo, es decir, si no logran acceder al gobierno a través de los votos, inventarán una solución de orden para evitar que estos bolivarianos gestionen la bestial crisis económica que tenemos encima, consecuencia directa de la pandemia de COVID-19. De ninguna manera van a consentir que un gobierno de coalición PSOE-UP gestione la crisis económica desde una sensibilidad social. Y, entiéndase, sensibilidad social significa que el interés público se pone por encima del interés privado. La derecha filofascista que tenemos hoy en España, y los poderes en la sombra, jamás lo van a consentir porque su patriotismo acaba donde empiezan sus intereses personales.

Por cierto, haría bien Felipe VI en desalentar tajantemente a todos esos patriotas que en la discreción endogámica de los cuarteles —y en las redes sociales— se ponen a sus órdenes para lo que sea… estos patriotas de gatillo fácil no saben (o es precisamente lo que quieren) que esas cosas acaban con listas de gente a las que hay que neutralizar si quieren tener éxito en su intento de violentar el orden con fuerza. No hay nada más despreciable para un miembro de las fuerzas armadas (Ejércitos, Policías o Guardia Civil) que desobedecer la autoridad del pueblo y levantar las armas contra sus propios compañeros o contra sus vecinos… si el fascismo del siglo XXI busca esta confrontación —y es lo que demuestra cada día, cada vez que abren la boca, en la calle y en el parlamento— es el enemigo al que tenemos que convencer de dos cosas: que al gobierno solo se llega a través de los votos, con un discurso leal a las reglas, y un talante civilizado; y que el interés general está por encima del particular… lo dice la Constitución, no esos comunistas bolivarianos: «Toda la riqueza del país en sus distintas formas y sea cual fuere su titularidad está subordinada al interés general».

No se puede ser tolerante con los intolerantes, y hace demasiado tiempo que las direcciones del PP y de VOX son un peligro para la sociedad española. No hablo de sus votantes, hablo de las direcciones de estos partidos políticos, que más parecen kamikazes sociópatas que políticos de derechas.

El Ministerio de la Verdad de Orwell es una broma comparado con las redes sociales al servicio del verdadero poder, ese poder que ahora apuesta por una solución de orden con valores filofascistas para defender sus intereses particulares, nunca el interés público. Es francamente difícil encontrar hechos en el maremágnum de opiniones interesadas… y cuanto más dinero hay implicado, más masiva es la avalancha de opiniones pagadas con ese dinero. Lo visible en las redes sociales, no es una verdad razonable. Lo que genera creencias, es decir, lo que se convierte en una verdad absoluta sobre la que construir un discurso, es la opinión difundida masivamente y apoyada masivamente con euros, dólares, rublos o yuanes… y es entonces, para crear esa opinión interesada, cuando entran en juego los tontos útiles que rebotan falsedades, medias mentiras, medias verdades y auténticas injurias contra el gobierno de España… que será un gobierno mediocre y manifiestamente mejorable, pero es el que ha llegado democráticamente a la Moncloa. Y esto es algo que ni entienden ni soportan los filofascistas españoles. Nunca aceptan NO ESTAR en el gobierno: necesitarían castrar sus viejas raíces patrióticas y florecer en otro tiesto para ser una derecha decente de una puñetera vez. Les falta el hervor democrático que nunca han tenido.

Intolerancia total con los fascismos. Nos va la civilización en ello.

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