Estaba
mal cerrada la herida de España. Me refiero a la que dejaron abierta en 1939 los
militares sin honor, los fascistas de patria excluyente y los curas de sotanas
negras como mi alma. Aquellos sujetos, y otros muchos españoles que desviaron
la mirada para no ver los crímenes del Régimen, fueron tan criminales como los propios
ejecutores. La herida supuró durante décadas en esa España única, grande y
libre que diseñaron los vencedores. Única, gracias a la fuerza bruta que
exterminó cualquier idea disidente. Grande, solo para los ojos miopes y
legañosos de los propagandistas de la dictadura. Y libre para los mediocres que
se arrimaban al poder y le babearon encima. La España de Franco y sus
conmilitones, arropada de fascistas, opusdeistas o tecnócratas, era una pena de
país… pero era nuestra patria. Nadie elige dónde nacer.
Y
cuando murió el dictador —a pesar del manto de la Virgen del Pilar y del brazo
incorrupto de Santa Teresa de Jesús en la mesita de noche—cerramos la herida de
mala manera. La cerramos mal porque, entre otras cosas, los sables seguían
afilándose en los cuarteles convertidos en vigilantes refugios de la verdadera
Patria y en baluartes de los eternos valores de la españolidad… Más nos
valía cerrar la herida en ese momento, a ver si con el tiempo nos olvidábamos
de la guerra y cicatrizaba de una vez. Pero no, cada muerto en cada cuneta,
enterrado con saña, era un grito enquistado que seguía suplicando una
reparación a las víctimas vivas.
En
1977, mientras los sables vigilantes se afilaban en los cuarteles, nos metieron
a traición una ley de amnistía inmoral. Fue una especie de cosa que debería
superar la historia trágica de este país inconcluso que se llama España, pero
no lo hizo. Yo estuve en la calle gritando Amnistía y Libertad. Muchas
veces. Pero esa ley, que sirvió para liberar a todos los luchadores
antifranquistas, también sirvió para exculpar a los criminales franquistas, los
que exterminaron impunemente a una clase ideológica en España y siguieron yendo
a misa de doce todos los domingos, como si nada hubiera pasado.
Sí…
en la modélica Transición nos colaron una ley de punto final porque los sables
seguían vigilantes en los cuarteles. Fue una ley que nos colocó una venda en los
ojos y un tapón en la nariz. Pero los muertos siguieron en las cunetas y los poderes
del franquismo —convertidos en demonios súcubos— se transformaron en demócratas
de toda la vida. Víctimas y victimarios revueltos en la modélica España de la
Transición. Como agua y aceite.
La
ley del 77 no ha servido para olvidar y sí para enquistar la pena y para
difuminar la podredumbre. Se hizo esta ley a traición, con la pistola apuntando
a la nuca, bajo coacción, igual que la ejemplar Transición española que se estudia
en todas las universidades del mundo... que se hizo con los cavernícolas
vigilando cómo puñetas se hacían las cosas. Esos cavernícolas no eran más que
los perros guardianes de los poderes que florecieron con el franquismo. Y así
no pueden sanar las heridas. La disyuntiva fue intolerable: aquí lo
olvidamos todo, o volvemos a las andadas. Y ese no podía ser el camino,
porque por debajo de la piel de toro maduraba lentamente la podredumbre de cien
mil hombres y mujeres asesinados por el fascismo patrio y enterrados de mala
manera en cientos de fosas comunes... y mientras estos se convertían en polvo y
olvido, los otros, los Caídos por Dios y por la Patria en esa Santa Cruzada
de Liberación Nacional, se convirtieron en héroes y santos, y eran
ejemplo para las nuevas generaciones. Pobrecitos míos (las nuevas generaciones,
digo). Los asesinos convertidos en héroes. ¡Pero qué mierda de historia nos contaron,
hombre de Dios!
No
sale pus de las fosas comunes... la purulencia sale del brazo incorrupto de
Santa Teresa y del manto de Nuestra Señora del Pilar. No es de los republicanos
muertos de donde sale la podredumbre de España. Habrá cien razones y
explicaciones para comprender lo que ha pasado, pero el grano que ha estallado este
10 de noviembre de 2019, dejándolo todo perdido, estaba latente en la derecha
carpetovetónica de siempre; es decir, en los herederos ideológicos de los
vencedores que hoy vuelven a resurgir. Estos sujetos nunca perdieron el placer
de cantar cara al sol, ni caminar a buen ritmo por montañas nevadas, prietas
las filas, recias y marciales. Tantas décadas creyendo que habíamos superado
estas cosas a base de civilización, y aquí están otra vez, rojas y frescas las
rosas de mi haz. ¡Que aburrimiento, joder! ¿Vamos a necesitar otros 40 años
para superar de nuevo al fascismo del siglo XXI y reencontrar el camino de la
civilización? Esta gente de brazo en alto, sin complejos, que habla en tonos
elevados, que dicen que primero van los españoles, que hay que echar a los extraños;
que los extraños son los maricones, los negros, los moros, los rumanos; que
tenía que venir otro Franquito a poner orden y levantar muros… esta gente nos
va a poner otra vez a rezar el rosario de la aurora, a vigilar qué cosa leemos
y mandar a las mujeres a la cocina a criar hijos, mi mujer es mía y en mi
casa mando yo, cojones... ¡Otra jodida vez vamos a tener que lidiar con
esta mierda!
Sí...
a las derechas españolas se les ha reventado un grano de pus en su propio culo.
Y cuando digo derechas españolas me refiero a esos que ven españoles miren por
donde miren, a los que gobiernan apoyados por la bazofia de Vox con tal de
gobernar, a los que van sin complejos apropiándose de banderas para arropar con
ellas a vírgenes y toreros; me refiero también a los que lloran cuando los
soldaditos de verde hacen sus numeritos de circo con fusiles al aire, alzan
cristos mientras cantan himnos necrófilos y usan a cabrones como guías; me
refiero a los obtusos y cegatos que los jalean con el patético grito de ¡A
por ellos, Oé! Era un forúnculo purulento que tenían en su trasero y ha
reventado, y lo ha puesto todo perdido.
Ya
sé lo que me van a decir algunos: Los votos son los votos, figura. ¿Tú no
eras demócrata? Pues a mamarla, giliprogre, y a respetar los resultados… es
verdad. Si 100.000 millones de moscas comen mierda no pueden estar equivocadas…
sobre todo si tienes el cerebro de una mosca cojonera.
Que
estalle el grano de pus fascista no es nuevo. El problema es que nos salpica a
todos los españoles... y da asco, la verdad.
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