Ese día, cuando llegaron a la fosa los miembros de Rayuela, los arqueólogos de AMEDE recién habían desenterrado varios cuerpos. El amasijo de huesos que descubrieron en esa zona era un caos. Y uno imagina que a mayor caos, mayor vileza desplegaron los represores. Aquel día del verano de 1936 mataron a muchos, y los tiraron de cualquier manera en la fosa que abrieron en el cementerio civil de San Fernando, cementerio para disidentes lo llamaban. Una cosa es saber lo que pasó y otra cosa es ver esto, decía Leonor. Lo decía con dificultad, mientras miraba el fondo, con la garganta atrancada de emoción. Me emociona la emoción de los demás.
Los que trabajan
dentro de la fosa, separando con mimo la tierra de los huesos —a veces me
parece que los acarician con cariño y con un poco de pena—… los que trabajan
dentro, digo, saben distanciarse de las cuencas vacías que sacan a la luz, del
orificio de bala en la cabeza que acarician con el pincel, de la carcajada
eterna de la calavera… se distancian como los médicos deben poner cierta barrera
emocional con los pacientes. Pero los que visitamos la excavación de vez en
cuando, no nos acostumbramos a la macabra escena. Las cuencas vacías te
atrapan. Cada detalle de cada cuerpo de atrapa. Te atrapa la conjetura que
surge, ¿estará dedicada esa medalla sobre la vertebra? ¿Habrá una inscripción
en el anillo de esa falange? Te atrapa la historia por escribir que hay detrás
de cada cuerpo descubierto. Quedas atrapado en el laberinto de emociones que
emanan de la fosa… no sólo son huesos lo que vemos, nos apabullan las emociones
que afloran después de ochenta años aprisionadas debajo de la tierra. Parece que
no hayamos abierto una fosa, sino los corazones de esos hombres muertos.
Los asesinaron en
el verano y otoño de 1936 con una Discreción
Escandalosa. Luego los enterraron con una Visible Ocultación. Los Desaparecieron
con Evidencia… Los carceleros de turno, ya fuese en el Penal de la Casería
de Osio, en el de Cuatro Torres o en la Prisión del Puerto de Santa María,
siempre dijeron la misma frase: Su marido
ya no está aquí, señora…
…no estaban allí.
Nadie sabía nada, pero todos conocían. Ya estaban muertos con esa Discreción Escandalosa, Evidentemente Desaparecidos
y Visiblemente Ocultos bajo
paladas de cal y zahorra al amanecer… contradicciones
aunadas para formar el oxímoron que compusieron los asesinos del 36 como si
fuera una pesadilla. Matar, hacer desaparecer el cuerpo y generar la
incertidumbre en el cuerpo social de los vivos. Y con ello, familia, amigos, compañeros
y conocidos quedaron inoculados de inacción. Ocluidos en una sociedad emergente
en la que no cabían. Crecía la nueva España como una Patria diseñada sólo para
los otros y sustentada en los muertos que hoy desenterramos. Mal cimiento para
una sociedad nueva.
El oxímoron de
los represores tejió una trama de terror que paralizó el cuerpo social de este
pueblo, San Fernando, y eliminó de cuajo cualquier asomo de resistencia al
nuevo régimen militar, fascista y clerical que asoló España desde entonces…
…pero hoy, por
fin, los cuerpos vuelven a respirar. Y eso nos emociona.
Adenda
Rayuela:
Es una tertulia literaria de San Fernando
AMEDE:
Es la asociación de familiares de víctimas del franquismo que abre y exhuma las
fosas comunes en el cementerio de San Fernando, con la ayuda del Ayuntamiento,
Diputación de Cádiz y Dirección General de Memoria Democrática de la Junta de
Andalucía.
Oxímoron:
“Combinación, en una misma estructura sintáctica, de dos palabras o expresiones
de significado opuesto que origina un nuevo sentido, como en un silencio atronador”.
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