viernes, 3 de noviembre de 2017

Amaneció el 28 de octubre


Pues no sé… No sé qué habrá pasado cuando estas líneas salgan a la luz, pero el día siguiente amaneció luminoso y todo parecía apacible en este Sur. Seguramente muchos o pocos catalanes se sintieron independientes y felices esa primera mañana, y puede que otros pocos o muchos estuvieran asustados… pero por aquí abajo aparentemente todo seguía igual. Nada hacía presagiar que fuese un día histórico, de esos que todo el mundo recuerda después de muchos años. El sol salió por el este, que es lo suyo. El mirlo que se posa en el balcón del vecino canturreaba como todas las mañanas. Las hojas de la palmera tiraban ese día más bien para poniente, y eso era buena señal. Boro-Boro meó sobre el césped, pero no largó y apenas se interesó por el nido de ratas que inspecciona cada mañana… últimamente estaba la perrita cambiando los hábitos. Sería que barruntaba la intranquilidad de su abuelo humano. No sé qué más contar… que las chumberas seguían plagadas de cochinilla y no terminaban de recuperarse. Que las retamas apenas sobrevivían a la pertinaz sequía… que me suena eso a tiempos de don Francisco, Caudillo de todos los españoles, quisieran o no. En fin.



Pues eso, que tal día amanecieron independientes… o lo que sea. Y mi compi de la vida andaba ella con una bronquitis que cuando tosía se volvía del revés. Tenía mala cara mi compi de la vida ese día, y estaba jartita de políticos y de independencia. Su prima la llamó desde Pontevedra, que aún olía a humo su casa, dijo, y que habían venido los primos de Madriz a pasar unos días, y que los jodidos madrileños se reían de su acento de meiga. ¡Pues qué acento voy a tener, que parecen parvos!, decía. Pero tenía mal cuerpo mi compi y no le apetecía seguir las bromas. La puñetera sólo se animaba cuando planteaban en la tele lo del Barça y la liga española… que cómo va a ser eso de un equipo extranjero jugando en la liga de otro país. Se reía entre tos y tos como se reía Pulgoso, aquel perro de dibujos animados. No sé si me explico…

…esa mañana del 28 de octubre, en la que los catalanes (incluidos mis primas y mi amigo Trasto) se levantaban indepes o lo que fuera, que no sabe uno, tenía servidor un hijo volando desde Chile a Europa. Una nuera y dos nietos en Copenhage, incrustados ellos en una sociedad nórdica, extraña, pero correcta y leal. El pequeño ni habla español ni habla danés, habla una cosa que sólo entiende su hermana y traductora. Tenía servidor otro hijo que salía de viaje en dirección a Mérida, donde le esperaba su compi de aventuras y de la vida. Y luego seguiría viaje hacia un pueblecito de Málaga, para hacer una entrevista de trabajo con un señor venido de Alemania y afincado en esa Andalucía profunda… ¡cómo y porqué acaba la gente de un sitio en otro sitio! A su vez, su compi de aventuras viajaría a Valencia cada dos semanas para hacer un máster de cirugía veterinaria, que dice que hay un profe argentino que es la repera en su campo. No sé… me parecía que el mundo, incluso el pequeño mundo que me rodea, era una amplia cancha para moverse sin límites, para hablar y vivir la vida abiertamente. Me parecía que atribuir a las personas más o menos derechos y deberes, por ser y estar en una geografía determinada, era una estupidez así de grande.

Cuando paseaba esa mañana con Boro-Boro lo veía claro… el mundo seguía su curso impertérrito, como si lo de Catalunya y España fuera lo que es, algo insignificante comparado con las aspiraciones de cada persona. Lo realmente valioso es conquistar pequeños picos de felicidad, para uno mismo y para los que te rodean. En el fondo creo recordar que se trataba de eso, de buscar la felicidad de la gente, no de complicar la existencia al personal. Y se nos olvida de lunes a domingo… 

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