Pues no sé… No sé
qué habrá pasado cuando estas líneas salgan a la luz, pero el día siguiente amaneció
luminoso y todo parecía apacible en este Sur. Seguramente muchos o pocos
catalanes se sintieron independientes y felices esa primera mañana, y puede que
otros pocos o muchos estuvieran asustados… pero por aquí abajo aparentemente todo
seguía igual. Nada hacía presagiar que fuese un día histórico, de esos que todo
el mundo recuerda después de muchos años. El sol salió por el este, que es lo
suyo. El mirlo que se posa en el balcón del vecino canturreaba como todas las
mañanas. Las hojas de la palmera tiraban ese día más bien para poniente, y eso
era buena señal. Boro-Boro meó sobre el césped, pero no largó y apenas se
interesó por el nido de ratas que inspecciona cada mañana… últimamente estaba
la perrita cambiando los hábitos. Sería que barruntaba la intranquilidad de su
abuelo humano. No sé qué más contar… que las chumberas seguían plagadas de
cochinilla y no terminaban de recuperarse. Que las retamas apenas sobrevivían a
la pertinaz sequía… que me suena eso a tiempos de don Francisco, Caudillo de todos
los españoles, quisieran o no. En fin.
Pues eso, que tal
día amanecieron independientes… o lo que sea. Y mi compi de la vida andaba ella
con una bronquitis que cuando tosía se volvía del revés. Tenía mala cara mi
compi de la vida ese día, y estaba jartita
de políticos y de independencia. Su prima la llamó desde Pontevedra, que aún
olía a humo su casa, dijo, y que habían venido los primos de Madriz a pasar unos días, y que los
jodidos madrileños se reían de su acento de meiga. ¡Pues qué acento voy a tener,
que parecen parvos!, decía. Pero tenía mal cuerpo mi compi y no le apetecía
seguir las bromas. La puñetera sólo se animaba cuando planteaban en la tele lo
del Barça y la liga española… que cómo va a ser eso de un equipo extranjero
jugando en la liga de otro país. Se reía entre tos y tos como se reía Pulgoso,
aquel perro de dibujos animados. No sé si me explico…
…esa mañana del
28 de octubre, en la que los catalanes (incluidos mis primas y mi amigo Trasto)
se levantaban indepes o lo que fuera, que no sabe uno, tenía servidor un
hijo volando desde Chile a Europa. Una nuera y dos nietos en Copenhage, incrustados
ellos en una sociedad nórdica, extraña, pero correcta y leal. El pequeño ni
habla español ni habla danés, habla una cosa que sólo entiende su hermana y
traductora. Tenía servidor otro hijo que salía de viaje en dirección a Mérida,
donde le esperaba su compi de aventuras y de la vida. Y luego seguiría viaje hacia
un pueblecito de Málaga, para hacer una entrevista de trabajo con un señor
venido de Alemania y afincado en esa Andalucía profunda… ¡cómo y porqué acaba
la gente de un sitio en otro sitio! A su vez, su compi de aventuras viajaría a
Valencia cada dos semanas para hacer un máster de cirugía veterinaria, que dice
que hay un profe argentino que es la repera en su campo. No sé… me parecía que
el mundo, incluso el pequeño mundo que me rodea, era una amplia cancha para moverse
sin límites, para hablar y vivir la vida abiertamente. Me parecía que atribuir
a las personas más o menos derechos y deberes, por ser y estar en una geografía
determinada, era una estupidez así de grande.
Cuando paseaba
esa mañana con Boro-Boro lo veía claro… el mundo seguía su curso impertérrito, como
si lo de Catalunya y España fuera lo que es, algo insignificante comparado con
las aspiraciones de cada persona. Lo realmente valioso es conquistar pequeños
picos de felicidad, para uno mismo y para los que te rodean. En el fondo creo
recordar que se trataba de eso, de buscar la felicidad de la gente, no de complicar
la existencia al personal. Y se nos olvida de lunes a domingo…
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