Y
menos aún si es una caridad que se auto exhibe para demostrar la propia
bonhomía. Hacer eso será muy cristiano y allanará tu camino al Paraíso
Celestial… pero demuestra tu ordinariez. Me refiero a exhibir la caridad —donar
ropa y víveres al comedor social del Pan Nuestro, ir al super para entregar la compra
a un vecino necesitado, o hacer otra por valor de trescientos euros para Caritas
Parroquial de la Ardila— y contarlo después para justificar tu compromiso (¡qué
sabrás tú lo que hacen los demás en silencio!)
Pero,
fíjate, ser consciente de las necesidades de la gente —como demuestras—, y
seguir aplaudiendo a los partidos que han propiciado las políticas que nos han
llevado a esto, es muy propio de gente como tú. Gente extraña y abundante, por
desgracia. Las personas como tú siguen votando a los corruptos que, además,
gobiernan abierta y descaradamente contra ti. A los ciudadanos como tú no les
importa votar a políticos que son franquicias de intereses que no son los de la
gente común, como tú y como yo. Esos políticos defienden a las grandes
corporaciones por encima de tu salud y por encima de la educación de tus hijos
y nietos. Votáis a partidos que os empobrece y seguís con sus banderitas al
viento y sonrisa de bobalicón… La gente como tú es gente deprimente.
El
sistema neoliberal que nos gobierna —y que tú votas— es un sistema
inherentemente injusto porque genera desigualdad a ritmo logarítmico. La gente
tiene derecho a una vivienda digna, a una sanidad y a una educación excelentes,
y también a una vejez segura… Pero para estas políticas neoliberales nuestros derechos
son gastos aberrantes que no producen beneficios. Nuestro bienestar nunca debe
depender de la mayor o menor caridad de los que pueden ser caritativos. Los
ciudadanos somos sujetos de derechos, no objetivos de la caridad de nadie.
Por
mucho que se empeñe en repetir nuestro presidente, las políticas que viven en
los genes ideológicos de su partido, son políticas que propician un darwinismo
social salvaje… ellos preparan la cancha y luego, sálvese quien pueda porque el
Estado no va a intervenir en la sacrosanta libertad de los mercados. Y eso es
el germen de un desastre social…
Yo
no sé si entiendes esto, porque no sé si hablamos el mismo idioma. A veces me
parece que no entiendes nada de lo que te digo porque no hay más sordo que el
que no quiere oír… Utilizar la caridad de los ciudadanos para mejorar la
calidad vital de las personas que nos rodean será un estupendo acto cristiano,
pero es un fracaso colectivo como sociedad. Yo exijo a nuestros gobernantes que
regulen la redistribución de la riqueza para amparar a todos los ciudadanos, y
que generen una total igualdad de oportunidades para todos. Es decir, quiero
que todos, y los que me gobiernen los primeros, trabajemos para hacer una
sociedad más justa y no esta cosa que nos han impuesto a traición y con engaños.
Amigo
mío, en una sociedad justa la caridad es un trasunto personal y discreto que jamás
debe sustituir las obligaciones del Estado. La solidaridad institucionalizada,
regulada y blindada por ley, es lo que debe solventar las situaciones de
indigencia y abandono.
Y
mientras tanto, menos golpes caritativos de pecho y más pelea para que se
apliquen políticas sociales, agresivas y humanas.
Querías
una respuesta a tus palabras. Me lo has puesto a huevo.
2 comentarios:
No sé a quién contestabas pero en cualquier caso me encantan tus palabras. Me dan ganas de imprimirlas y llevarlas en el bolsillo para entregarlas a más de uno llegado el caso y así evitarme esas conversaciones acaloradas y que al final no me llevan a ninguna parte, puesto que como bien dices no hay peor sordo que el que no quiere oir. Tal vez lo haga, un folio en la cartera y a seguir tranquilo.
Un fuerte abrazo, compadre, y cuidate mucho.
No te creas, viejo amigo. Yo tampoco soy capaz de decir esto cuando debo decirlo... siempre es a posteriori cuando encuentro palabras y argumentos. Otras veces, de tan cansado, ni me apetece intentarlo. Creo que me entiendes perfectamente. Fuerte abrazo, cálido y prolongado...
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