En la Gran Vía de Madrid, junto al metro de Callao, hay
un señor abrazado a un perro. Que yo sepa, lleva por lo menos tres días
viviendo en la acera, recostado en la pared de una obra y rodeado de mantas y
cartones. No es el único que vive en la calle, más abajo, cerca del teatro
donde exhiben El Rey León, hay una
rusa sentada en el suelo, junto a un canalón de desagüe. Esta no hace nada, ni
siquiera pide limosnas. Digo que debe ser rusa porque tiene pinta de eslava. No
es fea. Es alta, rubia, muy blanca y sus zapatos y ropas aún están limpios. No
entiendo lo que hace. Lleva también tres días en el mismo sitio, en la misma
posición, dejando pasar el tiempo mirando al suelo de la acera que pisan miles
de personas.
Pero, no sé… el hombre de Callao lleva tres días
abrazado a su perro. El perro se deja abrazar y recibe los besos del humano. Un
hombre que demuestre tal soledad y ame así a un perro no puede ser mala
persona. Y con esto volvemos al efecto de una imagen simple que nos vuelve a convertir
en seres sintientes… Setecientos muertos en una avalancha humana en la Meca me
dejan impasible, pero me conmueve un hombre anónimo que abraza a su perro en
una acera. ¿Por qué?
En la misma calle de Madrid, está la Fundación
Telefónica. En sus espacios (profundamente estéticos) hay varias exposiciones.
Una de ellas resulta muy pedagógica. Trata sobre los trabajos resueltos por el
diseñador Alberto Corazón durante sus cincuenta años de labor profesional. Diseño:
La Energía del Pensamiento Gráfico se llama la exposición.
…espacios
profundamente estéticos.
Y mientras paseo por los espacios voy comprendiendo que el diseño es algo tan
consustancial con la evolución social que ha ido penetrándonos sin percibirlo. Logos
que se convierten en marcas, y símbolos que nos informan en apenas un parpadeo. El
entorno visual que nos rodea está tan saturado de logos y símbolos que, en una instantánea
visual, nos transmiten una enorme cantidad de información. El lenguaje gráfico
es tan profuso y evidente que pasa a convertirse en percepción subliminal. Pero
detrás de cada logo hay una mente creativa que lo ha ideado, pensado, dibujado,
desarrollado… y vendido en una transacción económica.
Habló Alberto Corazón en un recodo de la exposición. Tuvimos
esa suerte. Le rodeó la mejor elite de diseñadores de Madrid. Mi compi y
servidor éramos los únicos turistas del grupo. Y escuchar nos abrió un universo
desconocido y asombroso.
Pero sigo sin saber… la sociedad que tenemos es compleja
y poliédrica. El devenir cultural y material de las sociedades no es uniforme. En
absoluto lo es. Tenemos una sociedad que camina y evoluciona en direcciones tan
distintas que llegan a metas divergentes. Tan opuestas llegan a ser que cuando
las comparamos entramos en continuas contradicciones.
La eslava sentada junto al canalón de desagües y el
hombre abrazado a su perro son el colofón de uno de esos caminos evolutivos. El
diseñador que comprende la energía del pensamiento gráfico es otro. Los
primeros necesitan algo tan sencillo como una mano tendida. Tan sencillo es lo que necesitan, que hasta los logos –a pesar de su simpleza- son para ellos entidades de otra galaxia. Y a
los creadores de logos, simplemente, no les vendría mal abrazar a un perro –incluso
a un hombre- en mitad de algo tan tosco y tan real como una acera…
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