Parece
una broma, pero no lo es. Lo hacen absolutamente convencidos de la seriedad del
asunto. Me refiero al alcalde y a los concejales que me representan en San
Fernando, que acaban de imponer a la imagen del Nazareno (que es Regidor Perpetuo
de La Isla desde hace cinco años) la medalla corporativa del Ayuntamiento…
porque, al parecer, la que tenía era obsoleta y convenía renovarla.
Visten
los miembros de la corporación sus correctas galas y muestran sus gestos contritos en señal de respeto a una imagen religiosa. Es el mismo respeto que
regalan a los señores cofrades —respeto que merecen como cualquier ciudadano de
bien, miembros de cualquier asociación gastronómica, cultural o deportiva—. Son
ellos, los cofrades, garantes de la pantomima de colocar medallas a un alcalde
de madera… y son ellos los que proporcionan los votos que colocan a esta
corporación en los escaños municipales, que a su vez retroalimentan la
ridiculez de la situación colocando medallitas, como una pescadilla que se muerde
la cola.
Aquí nadie se sonroja. Nadie se cuestiona la ridiculez de la
situación. Nadie denuncia lo absurdo de que un alcalde imponga una medalla a
una imagen religiosa… Y nadie lo hace porque ser crítico, hosco y mordaz con este
tipo de comportamientos populista-religiosos suele ser impertinente y propio de
intolerantes. Pero si mi alcalde y
concejales hacen tonterías nos arrastra con tal gesto, a todos sus
representados, a la consideración de tontos… y para eso no hemos votado. Se ve que no les importa (tal vez ni se lo
plantean) que muchos o pocos de los representados en este pueblo sintamos vergüenza
ajena cuando vemos a nuestros políticos haciendo tonterías como esa. Será que están acostumbrados… al fin y al cabo los
ministros de su gobierno también lo hacen. Está en sus genes ideológicos y por
eso se les ve cómodos con esta simbiosis entre poder político y poder religioso…
es un ramalazo de medievo mezclado con rancio franquismo (¡cómo me avergüenza
escribir esto!) que no han superado todavía, ni se les ve intención.
Nosotros,
parte de la gente, también estamos acostumbrados a que los políticos que
tenemos (casi todos, no sólo estos) no sepan distinguir, y no quieran separar,
sus convicciones religiosas de sus obligaciones políticas… entre otras cosas
porque mantenerse al margen de las confesiones, como manda la Constitución (me refiero de las
cofradías y pare usted de contar, no nos engañemos), les restaría los votos necesarios
para gobernar en San Fernando.
Y
el voto es lo importante, amigo… lo que se hace con él es otra cosa. ¡Qué te
habías creído!
1 comentario:
En El Puerto ya hace un tiempo que tambien le impusieron la medalla de la ciudad a un Nazzareno
Publicar un comentario