Es primero de Febrero, pero ha amanecido un día de
primavera. Los viejos almendros, esos que están olvidados en un manchón de
terreno baldío, están en flor. No sé cómo sobreviven esos árboles. La carretera
que circunvala la vieja Isla de León (la actual ciudad de San Fernando) está
llena de paseantes. Es un camino muy antiguo, el límite preciso y brusco entre
lo urbano y lo natural. Es el camino fósil que usaron los pobladores del
neolítico y del bronce. Donde los fenicios y cartagineses dejaron sus necrópolis.
Y los romanos construyeron sus villas alfareras. Hoy, por ese viejo camino, se
ven familias en bicicleta, señoras y señores de cierta edad caminando a paso
ligero; parejas que pasean con sus perros, cuarentones trotando, jóvenes en
patines… Es una agradable sensación de sociedad feliz. Qué bueno, y qué raro al
mismo tiempo…
…será que aún es gratis caminar por lugares comunes
y públicos.
Hay un viejo pozo junto a la rotonda que nos lleva a
la playa de Camposoto. Es el pozo de la antigua Casería de Alcudia, una de
tantas que poblaban la vieja Isla de León en el XVIII. Este lugar quedó
arrasado en el maremoto de 1755 y apenas quedo en pie este pozo… Hace un
tiempo, un sobrino mío se extrañó y comentó que ya podían haber quitado esa
cosa de ahí para dejar expedita la rotonda. No hay un cartel que explique qué
es y por qué sigue ahí. Y, no sé, aunque las autoridades colocaran un panel
explicativo, uno se pregunta cuánto tiempo tardarían los incívicos en
emborronarlo o arrancarlo, simplemente por diversión. Con la edad, con lo
vivido y con lo observado, uno se vuelve pesimista respecto a lo que somos en
este sur, y sobre todo, a lo que cuesta cambiar las viejas tendencias
autodestructivas… pero, a pesar del pesimismo, habría que intentarlo y colocar
uno y cien paneles. Hasta que los indeseables se aburran.
Luego hay un magnífico Centro de Interpretación del
Parque Natural de la Bahía… muy poco visitado. Le siguen las últimas paredes de
una antigua fábrica de conservas. Es de principios del siglo XX y se nutría de la
almadraba y muelle llamados de San Jerónimo. Y a la izquierda, ya en terreno
militar debe estar el yacimiento del Estanquillo, donde existe una necrópolis
del bronce sin señalizar y oculta, para evitar las malas tentaciones de los
desaprensivos que se creen con derecho a expoliar lo que es común, riqueza y
patrimonio de todos.
Subiendo hacia la ermita de San Servando y San
Germán, los copatrones de San Fernando (martirizados por los romanos, como es
costumbre) han colocado dos tumbas púnicas encontradas en otro lugar. Tampoco tienen
un cartel que explique qué son y por qué están ahí. Y es una pena porque patronos
tienen todas las ciudades, pero tumbas púnicas, no.
Desde la ermita el paisaje es magnífico. Chiclana,
Medina Sidonia, y hasta el Pinar de la Breña se percibe a lo lejos… Debajo,
entre los árboles se ven a familias pasando un estupendo día de campo. De nuevo
se me antoja que vivimos en una sociedad naif,
feliz, relajada tomando el tibio sol de febrero, una sociedad despreocupada…
…detrás de la ermita pasta un asno. Tiene una de las
manos atada a una cuerda más o menos larga. Y come a placer vinagrillos y
cardos borriqueros. El burrito parece feliz y despreocupado bajo el tibio sol.
No creo que se percate de la cuerda que lo esclaviza…
2 comentarios:
Toda una reflexión...
...y un bonito paseo también. Un cordial saludo. Mark
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