Ya no recuerdo de qué iba esto. Tal vez era una
solución ácida con rojo de metilo… no sé. Cada día que pasa los asuntos que fueron
cotidianos en mi vida resultan más lejanos. Me daba por fotografiar estas cosas entre análisis y análisis…
los tubos, las sombras, las formas propias de un laboratorio.
El árbol que plantamos en 2002 está hecho todo un hombrecito.
Era un sauce llorón y hoy las ramas llegan hasta el suelo. Ya solo le faltaría
un arroyo cantarín discurriendo por abajo, pero eso no va a pasar. Jesús y Mary
se fotografiaron junto a él para mostrarme su porte actual, y me provocó una punzada
de nostalgia. Treinta y tres años en ese laboratorio y ahora me sentiría un
extraño si entro por la puerta. Supongo que eso forma parte de la vida… pasar.
Es cierto: pasamos por la vida, seguramente, dejando
retazos de lo que somos y absorbiendo retazos de los demás. La vida es un
intercambio de momentos, hablas, te hablan, oyes, te oyen, rozas, te rozan, amas,
te aman. Y así vas pasando hasta que se acaba el camino. No sé… seguramente es
más fácil estar muerto que vivir. Lo doloroso es el proceso de ir muriendo
porque implica la peor despedida.
No somos héroes. Nos puede la resignación.
2 comentarios:
Realmente interesante !
P.S: ¿Porqué no pones "seguidores" para que nos lleguen tus nuevos artículos al apuntarnos?
Saludos
Ah!Pues tienes razón. Voy a ver cómo se hace eso. Gracias, Mark
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